La mujer habla por el teléfono
atropelladamente, se ve inquieta, discute, argumenta.
Por momentos su voz se alza, pero regresa de
inmediato a ser casi un susurro.
Termina la llamada
con brusquedad, y me mira con ojos tristes.
“Mi hijo, que
quiere irse a Kiev a unirse a las protestas... 6 horas en tren y 40
dólares, eso es mucho dinero allá en Ucrania... Y las protestas se
acabarán en algún momento, y Ucrania seguirá a los rusos o a
Europa, pero si mi hijo muere ya no habrá remedio, y ellos golpean,
yo lo sé, golpean...”
..................
Ayer, vi a esta madre, que es todas las madres del mundo, a las que sólo les importan que sus hijos estén bien y sean felices.
Hoy, mi vieja cumpliría años, y yo la extraño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario