lunes, 18 de enero de 2016

Mi libro en Amazon: Monólogo para una señora de buenas tetas, y otros relatos.

En este enlace se puede adquirir mi libro:

Monólogo para una señora de buenas tetas

Porque hay quién dice que un hombre, para ser completo, ha de plantar un árbol, tener un hijo, y escribir un libro.

Le atribuyen la frase a disímiles personajes: a Martí, a Hemingway -una versión anglosajona que he visto incluye una cuarta tarea: luchar con un toro-, y no me extrañaría que apareciera hasta en un meme de Coehlo. Pero, la verdad, no encuentro una referencia confiable acerca de quién en realidad dijo o escribió tal cosa.

Cosa, por cierto, absurda y tremendista, que deja fuera de las posibilidades de ser Hombre Completo a, por ejemplo, los esquimales -para ser hombre completo hay que pelear con un oso polar-, o a los beduinos, que saben más de arenas estériles que de oasis fortuitos; también excluye a los que prefieren no complicarse la vida con niños -los DINKS, que llenan gimnasios y vacacionan en Bali- y, por supuesto, a los analfabetos reales o funcionales. Descalifica en fin, de un plumazo, a media humanidad.

Pero no hay que hacerle mucho caso a la idea, ni a la frase, ni a su rimbombante solemnidad. Y lo digo a pesar de que casi ya clasifico como ese Hombre Completo, hortelano, copulador y escriba.

Planté un árbol, un naranjo, en el borde de un árido parque, a la vera del desierto del Norte de México. Mientras estuve cerca lo regaba todos los días, hasta que, cuando ya no estuve, la helada, un sol de espanto, y la desidia lo secaron.

Tengo tres hijos, maravillas que atesoro, y que no cambio por la tranquilidad de una casa a oscuras y una hoja en blanco.
Y he escrito un libro. O mejor dicho: he llenado un libro, con una docena de historias y relatos, que va a ser publicado en fecha próxima.

Muestro aquí entonces la cubierta de ese mi libro, y el índice de las cosas que en él digo. Si se lo encuentran por ahí y tienen interés y oportunidad de leerlo, trátenlo bien, por favor.

Es como ese árbol que no se malogró, o esos hijos que un día uno deja ir, con la ingenua esperanza de que siempre les vaya bien.

“Monólogo para una señora de buenas tetas, y otros relatos”, gente: en libro y Kindle.

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