lunes, 16 de diciembre de 2013

Arroz, mango y dogma


Pero, desyerbando de la obsesión del autor con la palabra contrarrevolución, de las comillas en “disidencia”, de “la calle es de nojotro”, de la neurosis con el financiamiento de la disidencia, y otros demonios, hay un par de ideas interesantes, como, por ejemplo, aceptar que el debate debe ser inclusivo.

Es interesante, sin embargo, leer como alguien no alcanza, por estar empapado en dogmas, a percatarse de que hace décadas que la revolución dejó de revolucionar, que se detuvo definitivamente, y que se estancó de manera tal que involucionó a lo que es hoy. No ve , entonces, que ya no hay revolución, sino sólo castrismo, o como quiera llamársele.

Y que, por tanto, los “verdaderos revolucionarios”, frase y comillas que uso para ponerme a tono, somos los que queremos el desmantelamiento de la cosa estática.

Y es por eso que contrarrevolucionario tiene, hoy, una connotación totalmente diferente.

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