El problema fundamental
de los que agitan las banderas de
“¡Capitalismo nunca
más!”, “¡Ni un paso atrás!”, “¡Nunca retrocederemos!”, no es
que sus computadores, su internet, sus carros, su electricidad, su
refrigerador, su televisor, las películas que ven, sus teléfonos
celulares, y los tradicionales, los aviones en los que viajan a los congresos de “El
pueblo unido jamás será vencido”, el dinero con que pagan por la
pacotilla, el queso crema, y en general todas las cosas que les hacen
la vida más agradable y pasable, y que les permiten, en última
instancia, seguir agitando sus banderitas, se las deben al
capitalismo.
Nada de eso es el problema entonces.
El problema que tienen es cómo piensan sobrevivir sin el
capitalismo.
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