¡Que rico cuando me senté en aquel avión de Mexicana! Todo limpio, papelitos, servilletas, revisticas, comida plastificada, aire acondicionado y la vida por delante. Coño, que rico, que rico. Entendía al Beny entonces, ay pero que rico y sabroso me traen comidas estas mexicanas, aeromozas preciosas igualitas a las cubanas.
A mi lado, un joven alegre y simpático que no paraba de hablar, médico en un policlínico de San Agustín y que había algo muy sutil que no me dejaba en paz al escucharlo, hasta que resultó que no, yo no soy cubano, soy mexicano, pero estudié medicina aquí y me casé y nada, aquí estoy, y el acento cubano del tipo era casi perfecto, no como el acento mexicano de payasada que le escuché a muchos cubanos en México. “Sé tú mismo, no te olvides de eso”, me dijo alguna vez una mexicana que fue mi amiga cuando escuchábamos a un cubano hablando supuestamente con acento mexicano y que parecía un mal chiste.
“Mira”, y le mostré a mi nuevo amigo un montón de monedas y billetitos mexicanos que alguien me había regalado, y él, a ver, estas monedas ya no son válidas... a ver por aca... tienes unos 40 pesos mexicanos. Y éstas tarjetas de teléfono, le mostré, y él ah, muy bien, 5 dólares y ya puedes comunicarte, estás en buen camino, y juntos nos reímos de esos comienzos extraños de quien sale de Cuba a probar suerte.
Que rico, ver como se iba alejando pa´l carajo aquella franja carmelita y verde engastada en azul, cocinándose en el calor de aquel Agosto de infierno, difícil de imaginar desde el avión climatizado. Y ver entonces el estrecho, y después la tierra fangosa y el Golfo ahora y la tierra otra vez y yo no me inhibo, no jodas Pablo, que tocar tierra firme es algo sublime.
Y aquella ciudad, por dios, que cosa más inmensa, y cuantos carros, y los techos uniformes, con su impermeabilizante rojizo, bien sellados ante la lluvia, no como el de mi casa que se filtra todos los veranos. Y mira, Chapultepec, el castillo, y cuantos carros, por tu madre, que loco. Pero, ay!, los dioses que observan a los emigrantes no soportan que la esperanza se desborde y los opaque, asi que, de vez en vez, te tocan con la yema de un dedo. El avión tocó, rozó la pista... y en un brusco acelerón, levantó vuelo de nuevo.
Y entonces vueltas y vueltas y vueltas, 15 minutos, 30 minutos, y yo con la vista clavada en aquellas bocinas, anhelando una mentira, un no pasa nada, relájense, pero todo lo que escuchaba eran los pitidos de llamada a las aeromozas, cada vez más frecuentes. No te preocupes, que estas cosas suceden, me decía mi amigo el médico y yo sólo pensaba que, cojones, tú sabes lo que es haber hecho todo lo que hacía falta para estar aquí, haber sobrevivido a estos años de desamparo y haber escapado por fin a mi futuro y, me cago en dios cabrón, venirme a morir ahora, justo sobre la Ciudad de México, en tierra firme, coño, coño, coño, y asi estuve, sudando frío, con una taquicardia galopante y los ojos abiertos como platos, hasta que, a los 45 minutos, el piloto dijo que estabamos esperando no se qué relacionado con una turbulencia y yo que que clase de joeputa el mexicano este que no pudo decirlo antes y al fin en tierra, con el embotamiento que deja la adrenalina y respirando el aire nuevo, el olor de la ciudad, ardor en los ojos por tanto ozono y NOx, fragante de tortillas y fritangas.
Por fin, había llegado.
http://charlene-entierrafirme.blogspot.com/2010/06/y-paso-este-20-de-abril-como-cualquier_04.html
ResponderEliminarUn pedazo de la mía. Besos
Esa llegada dios mio...yo me acuerdo mi choque con una Avenida LLENA de tiendas..yo me decia que para que tantas zapaterias..me abrumaba tanta gente, que no hubiera "CVP's"..en fin el mar...del carajo esos recuerdos
ResponderEliminarY el primer carrito que me compré, un Ford Topaz del 86 que estaba mas pa´llá que pa´cá... pero que rico, mi primer carro.
ResponderEliminarPero la absurda sensación de que alguien me iba a poner la mano en el hombro y preguntarme, compañero, de donde Uds tiene un carro, fue lo primero que sentí, que estaba haciendo algo ilegal, hazme tú el favor.
Charly, ese bello post tuyo... ni siquiera quise dejar mi comentario allá porque me sentí intruso en algo tan íntimo, tan lleno de nostalgia, con los comentarios de tus padres...
ResponderEliminarTienes el toque, definitivamente .
havanero, yo también tuve un topaz jajajajaja. Chico, pero los topaz son fuerte como loco
ResponderEliminarlos cvp y las tiendas, terrible, julio. En mi última ida a Cuba un CVP insistía en que dejara mi bolso, y yo que mi bolso es mi monedero, que lo sentía. Hasta que le dije que me siguiera. Lo peor es que era un cupet que no era más grande que un cuarto de dimensiones normales, y que te dejaban entrar por buchitos porque había cola.
ResponderEliminarYo sabía que en cuanto me fuera de viaje iban a llover las anécdotas acá. Qué vida la del encargado!
ResponderEliminarNo, si yo no me quejo del Topaz, pobre carro al que le tocó mi etapa de chofer novato.
ResponderEliminarOiga, encargada, y donde andamos hoy?
Yo regrese al Ford Escort despues de mis devaneos con carros nuevos y mis amigos los financistas..ahi esta, dando palo aun..
ResponderEliminarYo la ultima vez que fui entre a La Puntilla y llegaron como 6 guardianes como con 10 Kilos de Oro c/u en el cuello a pedirle la cartera a mi mama y me dio un emp.... de los buenos. Les dije que ella entraba con su cartera, porque ella no era la que se llevaba las cosas de ahi. Mi vieja, livida por verme romper asi las reglas....entender de cuantas maneras nos han violentado la vida (rejas, CVP, CDR, "compañero que atiende este centro", sindicato, Pioneros..y sigue la lista)..lleva su tiempo.
En Suecia. Andaba comprando remordimientos de conciencia.
ResponderEliminaresta Guardarraya tiene tremendo swing: va a Suecia como yo al centro de Santiago. Dame de esa luz, por tu madre
ResponderEliminarHav, esas llegadas son terribles. La primera vez que llegué, también el avión dio vueltas y había hablado con un tipo amable que vendía algo como PVS de aquí pallá. Gracias a él, descubrí que los aviones tenían unas bolsitas para vomitar, cuando bajé me tuve que sentar en una banda y al salir la maldición de Montezuma me hizo daño una semana. Yo siempre ando al revés, lo reconozco, fíjate lo bonito de los cuentos de ustedes. sin embargo, yo decía: ¡Qué coño hago aquí!
ResponderEliminarFíjate que yo, estómago blindado, y eso que me metí en puestecitos de tacos y todo... excepto tacos de canasta, que una amiga me dijo que los evitara.
ResponderEliminarGuarda, hazte la sueca... y no me da envidia ná, que yo el fin de semana voy a lo más cercano que hay por aqui de Escandinavia y que es IKEA, que está como media hora de mi casa...
Mentira, me da mucha envidia
ResponderEliminarCarlotita, es que me queda a una hora de camino en carro. Son viajes sin mucho glamour porque su finalidad es regresar con los víveres para al menos dos semanas, pero siempre se ve algo nuevo. Hoy, por ejemplo, aproveché para tomar fotos de los bosques vestidos de otoño, y descubrí un arroyo.
ResponderEliminar(Qué sencilla y ecológica soy, eh? Y eso que no vivo en cierto lugar ni domestico venados...)
Hv, no se me haga, que usted está en donde es. Y si no, dale, cambéa conmigo.
IKEA!!!! Amo a Ikea, en este país no hay. Yo soy una mujer hecha para ikea.
ResponderEliminarBelkys, yo tambíen llegué con mucha tristeza.
Y Guardarraya, la explicación tiene más swing todavía: -querido, regreso en un ratico. Voy a suecia al súper-
Dime si no...
Alabao, Charlene, mi esposa y mi sobrina en IKEA y hay que llamar al 911...
ResponderEliminarJe, je, que bueno está eso del swing.
Oye, cuando yo vivía en México iba de compras a USA a cada rato y, dicho de esa manera, parecía la gran cosa, cuando en realidad era un viaje de 3 horas pa´llá y tres pa´cá y regresar siempre con la jodida impresión de que estaba viviendo en el país equivocado...
Pero en el caso de la susodicha creo que está en el camino correcto, justo entre Noruega y Suecia, eso...
Si te digo que hay gente con swing y gente sin swing. Yo la única posibilidad que he tenido de ir al súper cruzando una frontera ha sido en dominicana y en Haití, mijo, no hay nada que comprar.
ResponderEliminarOiga, Ud tiene un swing que se ve hasta en la oscuridad: dulce, linda, madre de tres bellezos, que ha viajado medio mundo (mira eso, Haiti y Dominicana...) y que escribe como un angel.
ResponderEliminar¿Qué mas tú quiere, rey del mundo?
nada de medio mundo. Lo demás, sí, porque tampoco uno tiene que tirarse tan pábajo, vaya.
ResponderEliminarY qué más quiero? IKEA.
Ahorita me entra el remordimiento por ésta mamita también, carajo.
ResponderEliminarOye, estaba mirando en el sitio de IKEA. Fuera de USA y Canada, sólo Republica Dominicana tiene IKEA en el comtinente. Y lo bien que viniera una tienda asi en México, oye.
ResponderEliminarO en Cuba...