jueves, 9 de octubre de 2014

México lindo, querido y brutal

Yo quiero entrañablemente a México.

México me acepto como uno de los suyos. Allí recuperé mi dignidad, adquirí ciudadanía, y aprendí a ser ciudadano con derechos y deberes, allí rehice mi carrera, aprendí a ser libre, conocí mucha gente valiosa y amable, amé y fui amado.

México es, sin más, mi Patria adoptiva. Patria que es, además, peligrosa y voluble.

Vivir en México es como navegar sobre aguas que parecen estar en calma, pero que a la vez son oscuras, profundas, y nadie sabe que bestia puede salir de ese abismo, ni cuando lo hará.

Las muertas de Juárez, los periodistas asesinados, la omnipresente corrupción, a todos los niveles; la violencia del narco, los secuestros, los malos gobiernos, los funcionarios venales, el pésimo manejo de la estrategia económica, la inseguridad, las masacres, Tlatelolco entonces, Iguala ahora, y las que se han cometido contra inmigrantes. Y los tantos asesinatos que, ya de tan frecuentes, se olvidan.

México tiene un lado bello, y un lado oscuro. Los que lo amamos miramos la luz, pero nos duelen las sombras.

Suerte entonces para México y los mexicanos buenos, que la merecen.


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