Aliosha, la muchacha esbelta, alta, de pelo oscuro y
abundantes labios sensuales, casi groseros, pero que adornaban su sonrisa, su risa fácil, y su palabra amable, ha muerto.
“Vraj sa upila k smrti...”, dicen que bebió hasta morirse, me escribe su mejor amiga.
“Vraj sa upila k smrti...”, dicen que bebió hasta morirse, me escribe su mejor amiga.
¿Cómo Aliosha, la alegre, la muchacha que sonreía mientras apartaba el empecinado mechón de pelo que insistía en cubrirle los ojos, se convirtió en una alcóholica suicida?
¿Qué encrucijadas son esas, de donde salen esos demonios que te llevan suave e inexorablemente de la mano?
Se fue, entonces, mi amiga. Se murió una desconocida. Se quedan los buenos recuerdos.
Un beso para ella. En los labios.
Nazdar, Aliosha.
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