sábado, 18 de abril de 2015

Sábado de marea alta

Yo pudiera vivir en otro sitio; ¿a qué engañarse?

Pudiera estar pagando menos por cualquier cosa, y obteniendo más a cambio; disfrutaría -quizás- de la comodidad de estar rodeado de personas que hablen mi idioma -aunque quizás no en mi lengua-; tendría el placer de no tener que prestar atención para entender qué me dicen –si es que me dicen algo- o, simplemente, para saber que sucede a mi lado. Yo pudiera flotar, y no nadar.

Ya lo he hecho, por cierto: yo estuve, allí, donde gritaba a la par, y pensaba aún menos. Y allá, donde me escuchaban con sorna, porque mi duro español habanero, tan refractario a influencias, se escuchaba diferente; pero lo hablo bien, les decía, sonriente; valga la diferencia, amable les decía, váyanse a singar y no jodan más, les pensaba. Los lugares son diferentes; en otro sitio es también de otra manera: no mejor, no peor: sólo así, de otra manera.

Aquí, esa gente a la que no entiendo me sonríe en la calle, en un pasillo, en el correo.

Me hablan del estado del tiempo, les presto atención; no porque me importe que este día por fin amaneciera nice, isn´t it? Mucho menos si no sé a derechas qué equipo es ese que le ganó al otro, awesome, awesome que cojones, awesome sería poder comerme una baguete, de cuarenta centímetros de largo, crujiente de tan fresca, empapada en fragante mantequilla irlandesa, todos los días, y no tener que lamentarlo. Pero sí, qué nice, la primavera por fin, ¿verdad?, el invierno, toolongthisyear. Go ese equipo! Y sonreímos.

Sin embargo, la brújula sigue guardada en algún cajón; prefiero quedarme con las mañanas nubladas -bien frías-, con lluvia, sol, pero siempre limpias; seguir atravesando esos días de niebla, caminar en la ventisca, mirar a mi niño corriendo en un parque, y nosotros conversando de las cosas tan importantemente cotidianas; me gustan, así como están, mis noches calladas, las madrugadas cómplices, y el termómetro congelado en diecinueve grados centígrados.

Pero hay más: tengo un teclado que, paciente, me escucha; diez maneras de estar contento; quiero, sueño, y me quieren. Y un poco más allá, arena, aguas, y marismas.

Soy feliz entonces.

Como si fuera poco, hoy es sábado; y, allá afuera, hay marea alta.

Alec Heny ©

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