Moscú, Praga, Bucarest y Sofía son, en estos años de renovación espiritual y material, destinos tan obsoletos como pueden ser Ulan Bator, Vladivostok o Alma Atá. De acuerdo a esa realidad, aquel programa que afortunadamente nunca tuve la oportunidad de ver, y cuyo nombre era 9550, número de kilómetros entre La Habana y Moscú –en línea recta, presumo- hoy se llamaría 90 millas. Y sería igual de cheo, sigo asumiendo. Probablemente, hasta estaría en El Paquete.
Tenemos entonces que, ya sean portales de noticias sobre temas cubanos, organizaciones pro cualquier cosa y anti-desgobierno cubano, disidentes de todo plumaje y calibre, oficialistas, para-oficialistas, cuasi-oficialistas, oportunistas de variopinto origen y menguado talento, académicos, estudiosos, vaciladores, habladores, los callados, en levita, y no guayabera, el pueblo en pleno, todos –y no a la Plaza-, sin distinción, disfrutan del tibio dinero que fluye, abundante,en los Estados Unidos de Norteamérica, ex-imperio de mal, ex-enemigo, pero igual de poderoso-con el que sería una maravilla contraer deudas y más deudas, de gratitud, de inversión, y de televisión por cable-, decía yo, entonces, que disfrutan esos compatriotas, todos, del dinero que a borbotones proporcionan agencias, instituciones, fundaciones e impuestosde con los que por acá contribuimos.
Hay en esto un salto cualititativo y cuantitativo a la vez, lo cual, en cierta forma, pienso que se pasa por la piedra una de las leyes del desarrollo que promulga la dialéctica marxista. No sé si los doctos del pensamiento admitan tal cosa pero, la verdad, me resbala por la mencionada piedra. Y paso a argumentar.
No es lo mismo una beca, en el mejor de los casos, en la Lomonosov, que un grant en una universidad del revuelto, brutal y generoso –cualquiera, me sirve cualquiera, pa´ mi vacilón me sirve cualquiera, diría el filósofo- , o una salianka humeante que una grasosa hamburguesa hiperjugosade ShakeShack –fan de la sopa, ese argumento quedó débil…-, o una compra modesta, con dinero de bolsillo proporcionado por el Estado cubano, en una tiendita de ucranianos en un bazar praguense, que un día, tan sólo un par de horas, una hora, vaya, de disfrute de los descuentos en Walmart, sufragada la compra por cortesía de un generoso estipendio en dólares. No señor.Que el chicharrón no es carne, ni el dólar es rublo, ni CUC.
Tampoco es desdeñable la posibilidad–excepcional esta, y ojalá que adecuadamente apreciada-de darse una vuelta por el barrio al norte de La Habana y poder decir, por una vez en la cabrona vida, lo que uno quiera, sin represalias, sin cuidarse del colega, sin atragantarse con lo absurdo.
Es fácil imaginar que esa sería una disfrutable alternativa a las sin-prisas y constantes pausas. Rumiar la idea,en la intimidad del recuento del día, justo antes de dormir, bajo la colcha, la cabeza en la limpia almohada, que rica, y pensar, oye, qué clase de morronga es aquel país y su remierda de gobierno, aunque a la mañana siguiente se diga, fuerte, claro, y en público, en cáusticoy combativo ejercicio de la crítica, que aquel que escribió lo que escribió y que dijo lo que dijo, lo escribió y lo dijo porque es un asalariado de agencias, instituciones, fundaciones e impuestos de con los que por acá contribuimos. Y eso, como si en realidad hubiera dos dineros: el ajeno, que hiede a mierda, y el propio, fragante a rosas, de las que se compran en flowers.com.
El viajecito, pues, ha cambiado. Ha mutado en viajezón, en cosa buena, en pantalla plana de 42 pulgadas de marca genérica para sustituir al Panda.
Pero la cosa cubana no; la cosa cubana no cambia. Ni la gente tampoco. Eso es lo que hay, folks.
Y no quiero, ni debo terminar, sin antes dejarles mi consejo,que nadie me ha solicitado, pero que es sano y gratis: vivan, dejen vivir, compren barato y bueno, vístanse de largo, hagan acopio de pudor, no jodan tanto, y disfruten al monstruo.
jajaja, compadre me has hecho reir de buena gana. Yo, antes al Moringa King y ahora al gobierno en pleno, le digo "mi tía solterona". Yo tenía una tía, EPD, que allá por los años 50 era el cromito del pueblo: clase media, bien educada, bonita y todo lo bueno que pueda tener una mujer. Pretendientes le sobraron hasta ya entrada en la vejez sesentona, pero todos tenían un problema (algún problema): uno era medio calvo, el otro se reía muy alto, aquel era un mujeriego, este no sabía bailar. Mi tía, como ya sabes, murió solterona. Ninguno le cuadraba. Al final tuvimos qyue resignarnos a la gran verdad: la del problema era ella, no los pretendientes. Y los muchachitos de Birán les pasa igual con los presidentes de los Estados Juntos: todos tienen algo: aquel es muy violento, este es muy impulsivo, Carter es un bobalicón, Obama es negro....en fin, la de nunca acabar...mi tía solterona.
ResponderEliminarOye Napo, todos tenemos una tia así :)
EliminarJajajá...hacía tiempo que no me reía tanto. Yo sí vi 9550, qué pujo...Me encanta la comparación con los Pandas..¿existirán todavía? La Te (habanera en Taos)
ResponderEliminarFijate que es buena pregunta. Deben quedar mas Krimm que Pandas :)
Eliminar¡Hay que hacer una encuesta!
ResponderEliminar