Leyendo este extenso, pero muy buen texto de Carlos M. Alvarez, donde, entre otros, se compara la música
de Van Van con la salsa portoriqueña-niuyorquina, me acordé,
cómo no acordarme,
de mis objeciones de siempre.
La salsa es
monótona, porque sigue un molde, una fórmula que la hace fácil de
escuchar y bailar: demasiado fácil. Por eso es un éxito comercial.
La música de Van
Van me jode con su maldición de los tres minutos: hay que escuchar y
bailar unos tediosos y aburridos tres minutos, para que por fin
llegue lo bueno, los estribillos, el estallido que pone la cosa
buena, y entonces uno no quiere que aquello se acabe nunca. Pero,
desgraciadamente, por eso Van Van ni fue ni es éxito comercial.
La gente quiere la
cosa light, simple de escuchar, fácil de bailar, cantantes cuyo
decir y dicción se entienda. Y Van Van le canta solamente a los
cubanos, que son los que los entienden.
Nadie mejor que el
mismo Formell lo ha dicho: la música cubana es a la salsa, lo que el
rock pesado es al pop. O algo así.
Y Van Van, es para
conocedores.
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