Y he aquí,
entonces, a las opciones de Día
Patrio a las que,
nosotros, cubanos que deambulamos en el páramo existencial post 59,
nos enfrentamos:
10 de Octubre:
Carlos Manuel de Céspedes libera a unos esclavos, que dicen que no
eran de él, sino del hermano, y los invita a unirse a una
insurrección, y aunque probablemente estos perplejos esclavos no
entendían muy bien de que se trataba, pues de cortar caña con
machete, a cortar cabezas de españoles, lo último. Siempre ha sido
una efemérides rígida, oficial, seria. Y además, como siempre, no
se pudieron de acuerdo los cubanos, destituyeron a Cespedes, que
terminó solo y aislado, y los españoles lo mataron. Una mierda de
fiesta, vaya.
20 de Mayo: se arría
la bandera estadounidense, se iza la cubana, se arría la cubana, y
Máximo Gómez se la envía de regalo el presidente americano de
turno. Se inaugura así la República de Cuba, con Enmienda Platt
incluída, pero República al fin, libre de España por fin. La misma
España que ahora tiene un cuarto de millón de mulatos cubanos
tocándole las puertas...
1 de Enero: Se le
ocurre al ejército rebelde, por órdenes de Fidel Castro, entrar a La Habana precisamente ese día, y
joderle la resaca de la Noche Vieja a los habaneros, y las
celebraciones de Año Nuevo a todos los cubanos, y eso por el siguiente medio siglo, y hasta el día de hoy...
Hay otros días
menores, como el 26 de Julio, cuando se celebran con carnavales,
libaciones y carnepuerco a tutiplen nada menos que el asalto a un
cuartel del ejército del gobierno, y la muerte de cubanos, en ambos
bandos, por la egolatría y mesianismo del mencionado Fidel.
Y el día de cobro, por
supuesto.
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