Albur, doble sentido y otras bestias

El sentido del humor es algo que separa a los seres humanos en dos grupos muy bien definidos: los que lo disfrutan y los que carecen de el. Hay de todos tipos, desde el sutil humor británico, pasando por Antolín el Pichón, hasta el corrosivo (pero excelente) humor de Family Guy.

Los mexicanos, por ejemplo, tienen lo que ellos llaman albur. Son comentarios y bromas, casi siempre de contenido sexual, pero ligeras, y para el no-mexicano puede resultar hasta aburrido, pues el buen alburero dispara un equívoco tras otro, sin dar casi tiempo a respirar, pero si uno no entiende de que se trata pues se pierde la gracia, si es que hay alguna. La mayoría de los comediantes del tipo stand-up en México basan sus actuaciones en el albur.

Recuerdo una vez que en una reunión cervecera un mexicano me preguntó si me gustaba montar en la lancha y yo, ignorando los gestos de advertencia que me hacía una muchacha para que me abstuviera de responder, le dije que sí. Y entonces el hombre me dijo, Ah, entonces las prefieres a las estrechas. La-ancha, la estrecha, ah, claro, y todos se reían mientras yo descifraba el albur y entonces le dije que había escuchado el mismo chiste en casa de Pascual Angulo. Y él preguntó que quién chingados era ese y, claro, el que cae en la vieja rutina de Pascual Angulo y su Tio Pascual, pues... la noche fue mía después de eso.

Y, si el albur puede resultar machacón, el doble sentido cubano, a su vez, es agresivo, a veces soez, a veces vulgar. Nuestros dobles sentidos también son por lo general de contenido sexual, pero agresivos, hirientes. Muchos atacan la hombría, o la pareja o ponen en jaque el ano ajeno o son el tejido de atroces piropos. Pero hay algunos buenos, eso ni que decirlo. Otros, pues bueno, son más elaborados. O muy ingeniosos y criollos, como los del Guayabero. O enigmáticos, como aquella vez que un amigo dijo, “Me duele la cabeza...” y otro amigo, relampagueante, le preguntó “¿Quieres que te la saque un poquito?”.

No entendi ese.