Sólo hay que
imaginar que le diera por describir realmente esas celdas imperiales,
ese sistema penitenciario con bibliotecas, con agua corriente,
televisión, acceso a Internet, y comida bien elaborada. Y con fotos
de los cinco espías, bien alimentados, saludables, pintando
cuadritos cheos y escribiendo melodramáticas trovas.
Y que después, en
la misma instalación, next door, pusiera una celda del sistema
penitenciario cubano.
Yo digo entonces que
eso, Kcho de compañero, es hacerle el juego al enemigo.
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