Hay que admitir que el pensamiento
estratégico es cosa de
pocos pues, a corto plazo, a los demás, suele resultar inexplicable.
Por ejemplo, por qué
se mantuvo vigente la OTAN, aun después del final de la Guerra Fría.
O por qué la
mayoría de los ex-socialistas se apresuraron a unirse a dicha
organización.
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