Cuando Manolín llegó al exilio, dijo de todo.
Le sucedió, además, lo que a todos los artistas que dejan Cuba; pierden a su público y se van en picada.
Pero Manolín, a diferencia de otros que se han ido diluyendo y que han prácticamente desaparecido, no se resigna. Decidió que, si el público no viene a él, él va al público.
Y se ha ido a Cuba, a ver si lo aceptan de regreso. Y otra vez está diciendo de todo.
Pienso que hay un error garrafal en su decisión: Manolín va en busca de un público escaso. Aquellos sus jóvenes ya no lo son tanto, y los que ahora ocupan ese lugar, pues bailan regetón y no timba.
Por otra parte, se confirma que la verborrea nunca ha sido buena, que hace daño, que da pena. Ya Silvio Rodríguez había dado indicio de ello.
Los que cantan, deben cantar, hablar no les sienta.
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