El señor Fernando Ravsberg ha escrito todo un artículo acerca de los médicos cubanos que han ido a Brasil, acerca de su presencia en esos lugares donde ni los
brasileños, ni españoles, ni portugueses, han querido ir.
Talmente pareciera que los
médicos cubanos son los nuevos portadores del espíritu de
descubrimiento y aventura de los otrora conquistadores. O que esos
brasileños, españoles y portugueses son unos desalmados,
mercantilistas, y metalizados médicos que sólo quieren estar en las
ciudades, y no en los páramos de norte brasileño y que, entonces,
los médicos cubanos son los héroes que renuncian a su propio
bienestar por el bienestar ajeno.
Inexplicable, además, la
mecánica de los salarios que menciona el autor del artículo: los
brasileños, españoles y portugueses no aceptaron ir a esos lugares,
a pesar de que se paga 13,500 USD, un salario que es de clase media
superior en EEUU, mientras que los médicos cubanos aceptan ir por
sólo 1,600 dólares al mes, ni siquiera 10 dólares la hora, salario
de clases bajas, apenas por encima del salario mínimo en EEUU. Y ese
dinero será pagado al gobierno cubano. Y, por supuesto, está por
ver cuanto llegará a las manos de esos pobres médicos.
Y aquí el dilema no es si
alguien quiere llamar esclavitud a la necesidad, o de si el autor
quiere hacer ver heroicidad y entrega donde los motores impulsores
son realmente la miseria y la desesperación. Son, sencillamente,
médicos que, como la inmensa mayoría de los ciudadanos cubanos,
están sin opciones. Son, sencillamente, médicos baratos.
El problema entonces sigue
siendo el mismo: el gobierno ineficiente, demagogo, obsoleto y
abusador, que no es capaz de ocuparse de su propio país, ni de sus
profesionales, ni de su gente, y que sigue vendiendo estos “gestos”
con la grandilocuencia y la generosidad de quien regala lo que no es
suyo. Porque, aunque así se lo crea la gerontocracia gubernamental,
no es suyo el talento, ni el tiempo de los cubanos, ni la vida de la
gente, ni las familias, ni la comida que necesitan los cubanos en su
mesa.
Sólo la vergüenza de ser
un gobierno que es un reverendo fracaso les pertenece, esa nadie se la discute.
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