Este post lo comencé a escribir como un comentario a un post en FB, y me extendí demasiado, por lo que decidí colgarlo acá...:
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Los cubanos hemos
alimentado nuestro ego nacional con cosas como esas (se refiere a una canción de Maricela Verena). Nos decimos
alegres, únicos, nos componemos canciones, frases, slogans; nos
pasamos la vida mirándonos el ombligo.
Y por respeto a este
espacio publico, y porque no es mi intención ofender a nadie, me voy
a abstener de escribir, en buen cubano, lo que en realidad somos los
cubanos.
Pero no está de más
hacer un poco de introspección:
El cubano es parte del grupo étnico, o
cultural, menos exitoso en los Estados
Unidos: los hispanos.
Fuera de Miami Dade,
muy pocos americanos son capaces de diferenciar, si es que les
interesara hacerlo, a un cubano de un centroamericano o sudamericano.
Para ellos, todos somos latinos, ciudadanos de segunda, poco
educados, ruidosos, vagos, clientes de la Seguridad Social, un grupo
social que poco aporta a la sociedad estadounidense, fuera de ser la
principal fuente de trabajos manuales poco remunerados. Esa es la
triste realidad.
Y, mientras seguimos
con nuestro autobombo y la complacencia que nos brinda la Ley de
Ajuste, otros grupos, como es el caso de los asiáticos, son los más
exitosos (y bienvenidos) en los Estados Unidos. Tal es el éxito de
ese grupo que, mientras que el acento español al hablar inglés se asocia a personas poco poco exitosas, de bajo nivel académico, cultural y educacional,
el acento asiático se asocia a tecnología y ciencia.
Por otra parte,
vergonzosamente, y eso a pesar de ser discriminados, aunque muchos
por estar arropados en la vida de guettos no lo noten, los cubanos
son inexplicablemente racistas. Tan inexplicable me resulta también
que alguien haya creado la frase “Judíos de Caribe” para llamar
a los cubanos. Obviamente, esa persona no conoce ni a los judíos, ni
a los cubanos.
En fin, pienso que
la próxima abolición de la Ley de Ajuste puede influir
significativamente en el futuro de los cubanos en EEUU. Si es para
bien o para mal, pues depende de lo que haga cada familia cubana en
el exilio: tienen en sus manos la posibilidad de insertar a sus hijos
en esta sociedad, aprovechando las únicas y magníficas oportunidades
que existen, para que se conviertan en personas realmente exitosas y
echen la pelea en el terreno de los anglos, y ganen.
La alternativa sería
ser, solamente, herederos de una cultura de carnepuerco. Y autobombo.
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