Es mi hipótesis que, en
términos muy generales, el rostro de los hispanos tiende a ser
mofletudo, mientras que los nórdicos, germánicos y anglos poseen
facciones más angulosas, mandíbulas más prominentes, lo cual hace
que las malas lenguas digan que tienen al Neandertal más cerca.
Algunos ejemplos de la mofletudez a la que me refiero está en rostros conocidos: George Zimmermann , Hugo Chávez, Emilio Estefan, Perez Roque, Gilberto Santa Rosa, entre otros. Pero el ejemplo más cercano lo tengo en la cara que me observa cada mañana desde el espejo.
Y un par de libras de más no ayudan a que el círculo regrese a ser óvalo, la verdad.
El secreto es que uno de
los lugares preferidos por el cuerpo para guardar grasas para casos
de emergencia es justo encima del músculo masetero, delante de las
orejas, lo cual hace que la cara se ensanche y que, junto con una
papada incipiente (a veces no tan incipiente), uno tome ese aspecto
inequívoco que los legos llaman caretú.
Yo creo que muchas cosas
tienen remedio, y que esta es una de ellas.
En fin, estoy puesto de a
lleno para esas masitas supramaceteras.
(Pan, como te extraño...)
Al menos los ejemplos no son la generalidad, tanto hombre feo no puede poblar el mundo.
ResponderEliminarY usted no se queje tanto y mire la parte positiva, es mejor tener mofletes que cara de pasa.
(Yo también extraño el pan)
Ah, estás puesta para las masitas también?
ResponderEliminarOjo al dato... "mientras más masa, mejor se pasa"
ResponderEliminarSabio eso. Y yo no tengo problema ninguno, efectivamente, mientras más masa, mejor. Adoro las masas... ajenas
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