martes, 25 de junio de 2013

Historia del mono y la cadena

El dicho ese que habla de jugar con el mono, o con la cadena, lo he escuchado y leído en las dos formas en que se puede permutar: jugar con la cadena, pero no con el mono; o jugar con el mono, pero no con la cadena.

Le encuentro sentido de ambas maneras, dependiendo de qué quiera uno expresar con la alegoría: juega con las reglas (la cadena) pero no con el poder (el mono).O juega con el poder, pero no con las reglas. En los dos casos la idea es que no se libere al mono, porque entonces tenemos un problema. Grande.

Y es precisamente la segunda combinación la que me ocupa, el eterno jugueteo con el poder, el escarceo, azuzar al mono con un palito, pero manteniendo la vista en la cadena. Cuidado con la cadena.

En cierta forma de eso se trata este post que escribe Eduardo del Llano.

Trata el escrito sobre ese coqueteo inocente que el mono ha tolerado, por considerarlo como lo que ha sido, y aun es: una inofensiva válvula de escape. Y EdL lo llama crítica, y dice que tiene hasta historia.

Cita entonces a varios valientes adalides cuya actitud ha contrastado, y contrasta, según él, con lo que dice la “ralea de emigrados”, o los “fundamentalistas”. Y continúa con algunos ejemplos más o menos desfortunados de rebeldes y sus obras de rebeldías. Silvio Rodríguez anda en el grupo.

Hay que respetar la decisión que cada persona debe tomar acerca de si se opone o se pliega, o si debe hablar y, si habla, si debe decir lo que hay que decir. Pero, si no lo hace, entonces mejor que calle. Un poco de pudor y ya está.

Hay que ver que hace tiempo que urge que a las cosas se les llamen por su nombre. Aburren las veladas referencias, los chistecitos, los juegos de palabras, el decir “esto está malo”, y aguantar la respiración a ver que hace el mono. O si aguanta la cadena. Y sentirse un héroe.

A estas alturas pienso que hay una sola forma de cambiar el juego: otra cadena, y otro mono.


Y si eso me coloca, según ese señor, entre la ralea y el fundamentalismo, la verdad me siento honrado.

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