No dudo ni por un instante
que las intenciones del Dr Esteban Morales sean las mejores, y lo
digo sin el menor asomo de sarcasmo. Lo digo porque realmente lo
pienso así.
Yo he conocido a lo largo
de mi vida decenas de Esteban Morales. Incluso en mi familia hay al
menos un par de ellos.
Un tío querido, y ya
fallecido, siempre se negó a abandonar la misérrima vivienda donde
crecieron sus seis hijos, que huyeron despavoridos de allí en cuanto
tuvieron la oportunidad. Decía mi tio que “hay compañeros con más
problemas que yo, y que necesitan mas una casa que nosotros”
Mi tio era un tipazo, un
hombre de su palabra, respetado por todos, guajiro de mirada azul
relampagueante, de temperamento explosivo y escaso discurso. Un tipo
que no daba ni pedía tregua, militante de su partido, incorruptible,
vanguardia nacional. Mi tio tenía un sentido del humor que lo
equiparaba a Samuel Feijoo. Fue un ingenuo que murió en paz consigo
mismo, amado por su familia, que nunca le perdonó toda una vida de
miserias a nombre de nada.
En mi tiempo en Cuba yo no
conocía de Esteban Morales, como tampoco conocía de muchas otras
personas que han salido del anonimato de su entorno profesional
gracias a las redes sociales.
Pero desde que he
comenzado a leer artículos o noticias que tienen que ver con el
señor Morales, el deja vu no me deja tranquilo. El hombre es mi tío,
y es todos esos ingenuos que he conocido y que han soportado, con la
venda de sus ojos y la fortaleza de sus dogmas, a la mierda de
gobierno de mi país.
Esta entrevista (parte 1 y
parte 2), donde entre otros describe las consecuencias que tuvo para él escribir un artículo crtiticando la corrupción en Cuba, es uno más de esos escritos.
Me llaman la atención
varias cosas. Primero, la fidelidad casi perruna de Morales. Segundo,
el léxico, las ideas basales: dice, sin variar una letra ni cambiar
el tono, que ya suena ancestral, lo mismo que escuché desde que tuve
uso de razón. Es el mismo mantra, la misma idea de sacrificio, el
Partido por encima de todo, Corea del Norte, los Hombres de Pánfilov,
La carretera a Volokolamsk, Así se templó el acero. Ese tipo de
cosas.
Ese tipo de cosas que
acabó con lo bueno que pudo tener la Revolución Cubana, que apañó
lo tenebroso, que fomentó el estancamiento, la impunidad, el
desastre nacional.
Yo entiendo que un anciano
de 70 años, que dedicó una vida a una idea, o a un ideal, no puede
dejar de creer de repente: es como dejar un vicio o amputarse un
miembro, voluntariamente. Es reconocer que ha estado equivocado toda
su vida.
Pero podría callar por
pudor, quizá.
En fin, he aquí algunas
de esas frases, que están en esa entrevista, y que me llevaron de
regreso a reuniones del sindicato, a escuchar de nuevo a tanto
obtuso, las frases de la mansedumbre.
"En mi núcleo se discutió nuevamente mi actitud (...), hubo debilidades en ese momento (...) Salvo unos pocos compañeros, (...) la mayoría se fue por lo que planteó el organismo superior, el Municipio. "
"me preocupó que esa situación le fuera a hacer más daño al Partido que a mí "
"me embargaba una sensación como de dolor muscular, angustia de sentir que denostaban del Partido, de mi partido y yo tenía que aceptar honestamente que creía que el partido se había equivocado, o alguien dentro del partido (…) me molestaba tener que escuchar las críticas al Partido. "
"no fueron demonios los que me sancionaron. Fueron personas revolucionarias )...) una revolución es un proceso muy complejo, algo que debemos repetirnos todos los días. Se trata de un proceso lleno de realizaciones, pero también de las imperfecciones de las personas imperfectas que la hacemos todos los días."
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