En realidad, no sé
qué les sucede a las personas que nunca han leido ciencia ficción.
O a los que sólo
leen poesía.
O a los que no leen.
Tampoco sé por qué
hay quién se desvive por convencer a los demás de que nunca ve un
bodrio jolivudense. O de que sólo escucha música clásica. O, para
el caso, sólo cierta música, como si fuera posible respirar sólo cierto aire.
Puede que sean,
además, vegetarianos, y que hayan entonces dejado de comer cosas con
grasa. Digo grasa: manteca, gordos, y cosas saladas, con sabor, mucho
sabor. Después, pues se mueren de las mismas cosas que los demás;
la diferencia es que no le encuentran explicación a tamaño
sinsentido.
Tampoco sé qué
defecto tienen los que no gustan del chocolate, pero sí de la pata y
panza. O los que no aprecian el buen café: el tono, el aroma, el
café perfecto, y no el brebaje de los americanos.
No sé entonces, ni nunca
sabré, muchas cosas, pero creo que hay quien mira un día de repleto
de suave sol de primavera usando lentes de color naranja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario