"Chávez tiene ahora otra conciencia y otra aspiración con respecto a sí mismo y a su papel en la historia. Cada vez está más encantado de conocerse, más fascinado consigo mismo. Él es su mensaje. Chávez construye diariamente su autobiografía. No puede dejar de hablar de sí mismo, de presentarse como un “humilde” salvador de los pobres, del país, de América Latina y, si le dan chance, hasta del planeta. Su campaña de promoción personal, tanto nacional como internacional, es asombrosa. Chávez quiere ser un mito. Lucha desesperadamente por entrar en el firmamento de las leyendas revolucionarias latinoamericanas. Su gran problema es que le falta una historia épica. Tiene que inventársela. Necesita enormes enemigos, agravios descomunales, grandes peligros. Por eso, también, insiste en emparentarse con Bolívar, en presentarse como un nuevo libertador, como el héroe que —200 años después— viene a completar el trabajo de Bolívar, a darnos la verdadera Independencia. Así se presenta ahora. Sin vida personal. Casado con la Patria. Tratando de pasar de sucios terrenos de la política a la eternidad de la religión."
Alberto Barrera Tyszka
Tomado de
"La vanidad de Chávez arruina a la izquierda en Latinoamérica"
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