Es una loa, de nuevo, a su ídolo -y probablemente de sus lectores italianos, tan lejanos del Caribe cotidiano y tan cerca de jineteras y pingueros progresistas- y de paso un gritito nacionalista de paisito tercermundista que, según el autor, ganó la “guerra”, o sea, el diferendo Cuba-Estados Unidos.
Diferendo cuyo mantenimiento y continuidad, dice, “se le debe a la descomunal capacidad de resistencia que Fidel Castro le imprimió a ese proceso”
Yo tengo un par de parientes que están cementados en su ideología de la misma manera que Fuentes lo está a su admiración por Fidel. Mis parientes dicen que Fidel es un genio al que le salieron mal las cosas. Fuentes dice además que Fidel tiene un paquete testicular (sic) voluminoso, y al parecer está fascinado entonces por todas las circunstancias descomunales que encuentra en el ancianillo tiranuelo.
Yo entiendo que al escribir por encargo haya que ceñirse a lo que demanda la publicación y la audiencia. Pero, si yo fuera Fuentes, dejara que el periódico de marras publicara su artículo, en italiano, donde permanecería a salvo de escrutinio; cobraría mi dinero, y a otra cosa, mariposa. Al cabo, todo el mundo tiene que comer.
Pero él lo cuelga en su blog -que yo leo con placer, porque Fuentes escribe muy bien, y a veces dice cosas interesantes- dejando así otra huella de su nostalgia de escriba de la nomenclatura.
En fin, regresando al texto en cuestión: ni Fidel ni Raúl ni Cuba ganaron ninguna guerra porque no había tal cosa. Sólo ha sido un conflicto de baja intensidad -que aun continua, por cierto- que se ha arrastrado por más de medio siglo; mientras, los Estados Unidos han seguido creciendo y evolucionando como nación, y Cuba se ha ido desmoronando y desgañitándose en inútiles tribunas. Si fuera en realidad fin de guerra, pues el vencedor parece más que obvio.
Para concluir mi comentario, pues pienso que si a alguien deben darle gracias los que vean beneficio en esa distención del diferendo, es, Ah, my dear friend, al Presidente Obama, artífice de todo lo que estamos viendo, y no a los ancianos y a su caterva, que todo lo que atinan es a presumir de su sin prisa y a refocilarse en su eterna pausa.
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