viernes, 3 de julio de 2015

Di por qué, dime Obamita…

Más allá de la euforia por el acercamiento que el Presidente Obama ha decretado y logrado con el desgobierno de Cuba, coronado hace un par de días con el anuncio de la reapertura de embajadas en La Habana y Washington; más allá de estupor y el inmovilismo mental que ha demostrado dicho desgobierno ante la avalancha que ha desatado ese deshielo (para tener una idea sobre la jalea mental de los vejetes, léase la declaración del desgobierno sobre la apertura de las embajadas); más allá de la rabia de los fundamentalistas de cada lado, de la ingenuidad, del optimismo, de la alegría de tantos, pienso que todavía queda una pregunta fundamental por responder:

¿Por qué?

¿Es en realidad Obama esa persona de mente abierta, un conciliador per se, que ha logrado hacer ver a Washington que no vale la pena persistir en el diferendo Cuba-Estados Unidos, y que decidió liberar tensiones así, porque sí, porque así es más bonito, más Nobel de la Paz?

Si ahora ya se sabe que Cuba, a pesar de que todo allí está por hacer o reconstruir, no es en realidad un negocio tan grande como se pensaba, entonces, ¿el motivo no es principalmente económico?

Si el desgobierno cubano ha dejado claro, por escrito, en cada oportunidad, que persiste en la anacrónica y absurda idea de “seguir construyendo un socialismo próspero y sostenible”, si continúa reprimiendo a los opositores, si se niega a dar libertades de información, expresión, reunión, de prensa, a permitir el pluripartidismo, entonces, ¿ya no importan la ideología y las libertades?

Si la retórica del desgobierno sigue anclada en que la raíz de todos sus males son los Estados Unidos, y no desperdicia ocasión para denostar al gobierno y sociedad estadounidense, entonces, ¿tampoco cuenta ya la política?

¿O quiere el gobierno de EEUU evitar a toda costa una cabeza de playa rusa o china a noventa millas de sus costas?

O tal vez el gobierno y las instituciones de EEUU han estado prestando atención a lo que sucede en el Sur de la Florida, a la llegada masiva de inmigrantes cubanos nada o escasamente calificados en su mayoría, que poco tienen para aportar a la dinámica de la economía, la academia o la calidad de la sociedad en general, y quieren frenar ese influjo de potenciales clientes de la seguridad social.

Puede ser incluso que el gobierno americano esté atrapado en su propia legislación y no pueda derogar una ley de ajuste sin antes intentar al menos eliminar los motivos que la sustentan.

O quizás haya una explicación más simple y tenga que ver con que, efectivamente, Cuba y su tragedia nacional es insignificante para la política estadounidense y que resulta más barato y razonable hacer las paces, como se ha hecho con China o Viet Nam, que seguir en un conflicto que ha demostrado no conducir a ninguna parte.

Yo no sé cuál es la respuesta. Pero de algo estoy convencido: el gobierno americano es una entidad pragmática, supra-presidencial y de luz larga, que no hace nada por gusto.

Por tanto, sigo con mi pregunta:

¿Por qué?

Alec Heny ©

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