jueves, 2 de julio de 2015

Circo

“¡Pasen, señores, pasen…!”



La familia de donde provengo, ramificada, diversa, como toda familia cubana que tenga más de seis o siete generaciones de naufragio caribeño, ha visto llevar su apellido a un general del Ejército Libertador, a un gobernador de provincias, a un firmante de la Constitución del 40, y a unos primos cuatreros que -de dar crédito a lo que dicen- han hurtado y sacrificado tantas vacas como habitantes había en cierto pueblo perdido entre vegas de tabaco; allí, cada tarde se sentaba en los portales de una casa señorial el ultimo vástago de -si también he de creerle- el ex dueño de media provincia: un anciano cuidadosamente afeitado, en guayabera de hilo, pantalón de lino, sombrero alón, chancletas y un apestoso tabaco liado a mano, un viejecillo con voz meliflua que nunca me llamaba por mi nombre, sino por “Verraco”.

Hubo también por ahí guajiros obtusos, paupérrimos de nacimiento a muerte, hipnotizados por el humo grasiento de las chismosas de queroseno, y que nunca supieron que había más allá del mojón que marcaba el final de su poblado; otros, astutos, emprendedores, trabajadores como bestias, las articulaciones quebrantadas por el peso de las sacas de arroz, se enriquecieron y prosperaron, sembrando, cosechando y vendiendo el grano, regado con el agua turbia del Rio Hondo.

“Compañeros son los bueyes…”, me repetía un tío, una y otra vez, escupiendo saliva fangosa, mientras me escudriñaba con astutos ojillos azules; “El atentado de Boston es cosa de la CIA y los rusos para desestabilizar el Cáucaso…”, me comentó un pariente a raíz de las bombas que hicieron detonar los hermanos Tzarnaev, y lo dijo convencido de lo que decía; “¿Viste al Presidente (Raúl Castro)? Se puso el uniforme para responderle a Obama…”, me dijo emocionado otro portador de mi apellido, ex MININT, unos días después del 17D.

También tuve una tía abuela, “la mujer más hermosa de la familia”, que fue monja, y un primo maricón, ingeniero genial. Tengo además tres hijos maravillosos, uno de ellos ya profesora en una universidad, y unas primas que se dice fueron tremendas putas.

Hasta Manuel García, “El Rey de los Campos de Cuba”, se  cuenta andaba medio emparentado con nos. La familia de donde provengo -que no se escoge, ya se sabe- es, debo admitirlo, como cualquier otra familia, es un circo con actos memorables y otros lamentables.

De todos ellos, ancestros y contemporáneos, protagonistas y víctimas, me acordaba hoy al leer que Obama anunciaba la apertura de las embajadas en La Habana y Washington, y el restablecimiento con ello de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos de América y Cuba.

Puedo seguir escribiendo sobre este tema; pudiera quizás elaborar todo un análisis de esa situación, e intentar demostrar que, en realidad, tanto el 17D, como esta su consecuencia, ambas cosas son una porquería. Puede incluso que tuviera razón, y que hasta alguien coincidiera conmigo. Pero no voy a escribir nada de eso.

Solo quiero apuntar que mis amigos, y mi padre, y mis hermanos, mi familia, esos portadores de mi apellido, me dicen que todo sigue igual; que la gente no gana el dinero que necesita, que el país se derrumba, que apesta, que sigue sin haber prensa ni libertad de expresión o de asamblea, que sigue el miedo, que el discurso antinorteamericano continua siendo parte de retórica oficialista. “Que nadie se llame a engaño”, me dicen, “nada ha cambiado, porque la croqueta no es cambio”. Y yo, por supuesto, les creo.

Por eso no escuché hoy a Obama, anunciando el estreno de su nueva amistad, porque simplemente no me resultó interesante. Y no es interesante porque mi familia no va a vivir mejor porque haya embajadas. 

El país de donde provengo, el país de nacimiento -que no se escoge, ya se sabe- es, debo admitirlo, un circo con actos memorables y otros lamentables; como la alegría ingenua, como la perplejidad que deben sentir muchos al ver que el tradicional monstruo ahora es amigo por decreto: un circo, con una función que ya dura cincuenta y tantos años, y que no se sabe cuándo por fin termine.

Alec Heny ©

2 comentarios:

  1. ¡Muy bueno! Debe ser lindo tener raíces tan profundas en un país..Por otra parte, la familia es el circo chico, el cirquito privado. El país es el circón...

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