miércoles, 21 de enero de 2015

¡Patria sin Ajuste, perderemos!

Se destaca, en el dia de hoy, que el desgobierno de Cuba, en este primer día de conversaciones bilaterales, sólo atina a reclamarle al gobierno de los Estados Unidos la existencia de la Ley de Ajuste.

De todas las cosas que se pueden arreglar y enderezar, esa es la que ellos destacan. Quítenla, exigen.

Y yo, no entiendo nada. Veamos:

Al desgobierno de Cuba no le interesa el bienestar de sus ciudadanos; sólo le interesa permanecer en el poder, caprichito de viejos. Eso es un hecho comprobado más allá de cualquier discusión. Por tanto, andar pidiendo que se derogue la Ley de Ajuste porque quiere proteger a los ciudadanos cubanos, es una falacia y una mentira vil.

Segundamente, es sabido que las remesas que enviamos los exiliados son uno de los principales ingresos de la escuálida economia cubana. Por tanto, desde ese punto de vista, pedir la eliminación de la ley de Ajuste, y que no aumente el número de emigrados, sería una idiotez mayúscula.

Al desgobierno de Cuba le conviene, necesita, que haya menos personas en Cuba. Eso, es menos consumo de electricidad, menos petróleo a consumir, menos personas yendo a los hospitales, menos personas que alimentar, menos problemas de transporte, menos personas a controlar. Por tanto, desear que no se vaya la gente de Cuba, es una estupidez de planeación.

Por ultimo, los cubanos no se lanzan al mar, o a las fronteras, porque sean suicidas. El que se quiera ir de Cuba no es, por definición, un suicida, sino todo lo contrario: es un sobreviviente. Los cubanos se lanzan al mar o a las fronteras, por decisión propia. Y es precisamente la Ley de Ajuste la que los pone sobre sus pies mojados, los hace personas, y les da una vida digna. El que no vea eso, es un cínico.

Para resumir:

El que esté solicitando la derogación de la Ley de Ajuste parece ser entonces, por caracter transitivo, un hipócrita, un mentiroso, un idiota, un estúpido o un cínico, comparable a, y bocuco de, obviamente, el desgobierno cubano.

O también puede ser, simplemente, un envidioso, que se da el caso.

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