sábado, 17 de enero de 2015

El águila y la babosa

La agilidad con que el gobierno del Presidente Obama ha ido desbrozando su tramo a recorrer para normalizar las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, haciendo gala del eficiente pragmatismo norteamericano, ha provocado una fiesta de esperanzas, en su mayor parte, y un aquelarre de odios, por suerte ya casi insignificantes.

Pero sobretodo ha puesto en evidencia, además, el pasmoso inmovilismo del gobierno cubano, el enanismo de sus voceros, y el hecho de que, en realidad, ni Raúl Castro, ni sus aborregados adalides, estaban preparados para ese empellón renovador, ni para la pérdida, fatal para su arenga, de su enemigo y su argumento favoritos.

La presteza con que los Estados Unidos están asumiendo su papel, que cada vez parece más unilateral en esta nueva etapa, ha dejado boqueando a la nomenclatura, que sólo atina a repetir absurdamente que todo esto es una victoria de la revolución, y que, sobre todas las cosas, hay que ir sin prisa, pero sin pausa.

Sin prisa, pero sin pausa. Exactamente con el estilo de una babosa que cruza una autopista en hora pico. Y, tristemente, con las posibles consecuencias que eso conlleva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario