lunes, 11 de agosto de 2014

El olor de la prosperidad

Para unos, es el olor a tinta y papel sudado del dinero.

Para otros, es el olor a humedad helada del aire acondicionado.

Algunos prefieren el aroma dulzón de un perfume caro y repugnante.

Otros, el de la carne de puerco frita, acompañada por el olor a fermento de la cerveza.

Para muchos, es el olor a carro nuevo.

Para mí, lo era el olor a suavizante para ropas, que yo no sabía que era suavizante, y que era para mí simplemente el olor a yuma, el de los equipajes de los que venían a visitarnos del revuelto y brutal.

Ahora ya no lo siento.

Se me ha perdido un olor.

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