Asocio a Paco de Lucía
con dos profesores que se sentaban en el pasillo
del edificio docente, y nos vigilaban durante las dos horas de
autoestudio, allá en la beca, de 5:00 a 7:00, de lunes a viernes.
Y cada una de esas
tardes, se sentaban a tratar de tocar “Entre dos aguas”.
Uno
llevaba la guitarra acompañante, el otro punteaba. Nosotros,
adolescentes de la era pre-internet, pre-mp3, pre-CD, con apenas
cassettes, y aun más escasas reproductoras, no sabíamos nada de
Paco de Lucía. Sólo sabíamos de la divina y proscrita música del
enemigo, que ordeñabamos de los radios Taínos y VEF.
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