Es altamente recomendable integrarse a la sociedad en la que uno vive. Eso evita atrincheramientos, enquistamientos y alivia las frustraciones. Mi familia y yo tratamos de hacerlo en lo posible, cosa no fácil en este hiperracista y clasista país. Y, en esa tónica, pues tratamos de asimilar las festividades estadounidenses, ya que las cubanas se desvanecieron en la bruma de estos 50 años y nos hemos quedado sin ninguna, pues hasta el año Nuevo fue convertido en el aniversario de la Revolución.
La semana próxima es el Thanksgiving, Día de Acción de Gracias, donde las familias se reúnen, comen pavo asado y los comercios resplandecen en el Black Friday. Pero la parte del pavo es la que me inquieta.
A mí el pavo, guanajo en mi tierra, me sabe a huevo crudo y me da tremendo asco. Por eso esa tradición tiene la entrada vetada en mi casa y en su lugar… pues a escoger:
Lasaña de camarones
Lasaña de chorizo español, olé
Pollo asado con papas al horno
Costillar de cerdo asado, con su mojo…
Cualquiera de estas insanas y sabrosas cosas le ganan ampliamente a la carne reseca y ahuevada del guanajo asado, así que ya veremos…
Creo que las lasañas.
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