A pesar de llevar un buen número de años fuera de Cuba, siendo testigo y partícipe de procesos democráticos, me asombra la dinámica de los estadounidenses. Dicho en buen cubano, no perdonan.
Obama recibió un país enzarzado en dos guerras y una profunda crisis económica. Dos años después, ya logró zafarse de una de las guerras, la de Iraq, y está enfilándose a terminar la otra, la de Afganistán, utilizando mecanismos de negociación, solución mucho más dificil porque cada vez se parece más a la humillación de VietNam y, además, los Talibanes no tienen mucho interés en negociar, se saben ganadores.
En la economía, su mayor logro ha sido detener el desplome de las megaseguradoras y evitar la quiebra de las automotrices, lo cuál hubiera sido un desastre no sólo en USA, sino para todos los que participan en estos inmensos negocios a nivel mundial. La crisis económica parece superada y hay un moderado optimismo. Sin embargo, eso no bastó para mantener la popularidad del Presidente y su partido.
Los norteamericanos tienen poca paciencia y quieren resultados ya, rápido. No pierden de vista que el Presidente y todos los funcionarios públicos son empleados de “We, the People” y tienen que dar el resultado que se espera de empleados eficientes.
El fantasma del gasto excesivo y de un gobierno demasiado metido en la vida de los ciudadanos, la nueva reforma de salud, unido todo esto al discurso populista, demagogo y ultranacionalista de los Tea Partianos, le acaba de quitar la mayoría a los Democratas en la Cámara de Representantes y el efecto se ha expandido a los Estados, donde Gobernadores y Senadores locales están sienndo reemplazados expeditamente.
Yo no simpatizo con los Republicanos (dicen que la reforma de salud republicana es “No se enferme, y si se enferma, muérase rápido”) y mucho menos con el Tea Party, pero tengo que reconocer que en esta sociedad, al menos en política, la recompensa y el castigo llegan muy rápido, cada dos años. Eso restablece el balance y por eso esta cosa funciona.
Además Marco Rubio, joven cubano-americano, hijo de exiliados, ya es senador. Me gusta eso, aunque sea Republicano.
Y bueno, al menos los masturbadores estámos de plácemes: no votaron a la bruja Christine O'Donnell, lo cual habla de los límites que la tontería a veces no rebasa...
PD: Un buen artículo sobre este tema