Podía haberse quedado en casa, la verdad; ahorrarse ese dinero que se ha gastado en mover y alimentar a sí mismo y sus chambelanes cheos en pulovitos a rayas (la comida en Nueva York es cara en serio) y depositar esos dólares en las cuentas familiares que reposan en algún banco europeo. Porque fue ese un discurso cuya principal cualidad es ser olvidable.
No voy a analizarlo en toda su extensión pues es más relleno que sustancia, pero hay que destacar un que otro de los desatinos que allí aparecen. Algunos rayan en el delirio, como pedir libertad para Puerto Rico (¿?), o compensación a los países caribeños por la esclavitud (¿?); otros son predecibles, como el alineamiento con Venezuela y Ecuador, o las Malvinas para Argentina. También le guiñó un ojito a Rusia-Putin, otro al ayatollah, y puso una cereza en su atolondrado pastel diciendo que espera que el pueblo sirio pueda resolver por sí mismo sus diferencias, sin injerencia externa. O sea, más o menos lo que está haciendo el ISIS.
Pero lo mejor del discurso es sin duda la lista de entuertos a desfacer por parte de alguna administración norteamericana (y parece que Obama está en buena disposición) para que se normalicen las relaciones -no entre el desgobierno y los desgobernados, porque se sabe que allá en Cuba son todos felices- sino entre Cuba y su enemigo imprescindible, los Estados Unidos.
Dice entonces el general heredero que “Ahora se inicia un largo y complejo proceso hacia la normalización de las relaciones que se alcanzará cuando se ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba; se devuelva a nuestro país el territorio ocupado ilegalmente por la Base Naval de Guantánamo; cesen las transmisiones radiales y televisivas y los programas de subversión y desestabilización contra Cuba, y se compense a nuestro pueblo por los daños humanos y económicos que aún sufre.”
Recuerda tanto este hombre y su cantinela a la fábula del rey que apila obstáculo tras obstáculo al pretendiente de su hija, sólo que el general no es un monarca pintoresco sino un viejo aburrido.
En la recta final del alegato, pues aparece la mención inevitable al hermano, seguida de la parte más graciosa de la intervención, cuando el hombrecillo ofrece sus buenos oficios y dice que “Podrá contar siempre la comunidad internacional con la sincera voz de Cuba frente a la injusticia, la desigualdad, el subdesarrollo, la discriminación y la manipulación; y por el establecimiento de un orden internacional más justo y equitativo, en cuyo centro se ubique, realmente, el ser humano, su dignidad y bienestar.”
Vamos, que hay que tener la cara dura en serio.
De todo ese bodrio lo que se puede sacar en claro es que la pausa es la vocación del desgobierno. A no ser que Obama decida unilateralmente terminar por obviar todo lo repudiable y despreciable que son ese hombre, su hermano, su familia, su dictadura y sus acólitos, y le cumpla entonces cada exigencia con la diligencia de amante desesperado, será más de lo mismo pues el general no va a ceder un ápice en aperturas políticas ni los cubanos tampoco harán nada para que esto suceda.
En fin, otro discurso inútil.
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