Hoy recordaba cuando un
funcionario de la embajada cubana, allende en aquel hermano país ex
socialista, nos reunió a los estudiantes cubanos, y nos exigió que le
suministráramos nombre, país y número de pasaporte de nuestros
amigos estudiantes de terceros países.
Fue creo la primera vez
que deliberada y claramente pensé que esa gente segurosa eran unos patanes,
que “aquello” era una mierda, y que no les iba a decir ni
siquiera el nombre de mis amigos ni un carajo.
Y lo pensé mientras, esa
misma noche, en una fiesta de alguien por algo que no recuerdo, bebía
cerveza y aguardiente con amigos “de terceros países”, que
todavía hoy me honran con su amistad.
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