He aquí que el
descontento o, en mi opinión, el miedo, le pasó
la cuenta a Obama y los demócratas.
A estas alturas nadie
recuerda que la administración demócrata de Obama sacó al país de la
recesión ni que mató, por fin, a Bin Laden. No es la hora de las
cosas buenas.
Lo que cuenta ahora,
pienso, es el desastre de Iraq, que pende como una sombra vergonzosa
sobre no sólo esta, sino sobre varias administraciones
norteamericanas. La inganable, tácitamente perdida guerra en Afganistán. La tibia respuesta al ISIS y al terrorismo
internacional. La pasión por lo politicamente correcto, que hace ver
al país vulnerable ante el Ébola. Putin que por comparación, con
sus delirios de neo zar postcomunista, hace ver a Obama como un
presidente indeciso y errático en su política de Presidente de la
primera (¿por cuanto tiempo aún?) potencia mundial.
A eso se le une el
Obamacare, que parece socialista, y que a muchos no gusta. Y está, por supuesto, la cuestión de la inmigración
ilegal, aún por resolver. En resumen, hastío por ocho años de
Obamismo.
Entonces, pues aquí están
los republicanos, dueños del poder legislativo, y listos para hacer
que la última etapa de Obama sea un infierno.
Y si hay que dar crédito
a que estas elecciones son un termómetro de la elección
presidencial, pues tendremos Presidente republicano.
Esa es la maravilla de la
alternancia en la política: no me gusta tu gestión, pues te vas, y
que venga otro. Dialéctico hasta la médula.
Sin embargo, creo que es
ingenuo pensar que con los demócratas se van todos los problemas, y
que a cambio aparecen entonces todas las soluciones, en este caso
republicanas. No hay que olvidar, por ejemplo, que el actual desastre en el Medio
Oriente, con sus repercusiones a nivel regional y global, lo
originaron precisamente administraciones republicanas.
Bienvenida entonces la
nueva etapa, que la renovación siempre es buena.
Y no le hagan mucho caso,
sobre todo los hispanos que hoy celebran el triunfo del GOP, a ese
republicano que a través de la ventana mira a su jardinero
inmigrante, y agita el dedo diciendo “Vas a ver...” Eso, pues es
sólo parte del paquete.
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