Para ello, secuestran dos camiones, y se dirigen a Iguala, donde intentan secuestrar tres autobuses más de la empresa Costa Online, y un chofer resulta herido. Se reporta además un ataque a un autolavado, donde otra persona resulta lesionada.
Hay alerta, porque todavía se recuerda que en julio del año pasado un grupo de la Unión Popular Emiliano Zapata, entre ellos normalistas, atacaron la alcaldía.
El alcalde del Iguala, que está coludido con los narcotraficantes locales, ordena entonces a la policia controlar a los estudiantes. La policia intercepta los vehículos en que se mueven los estudiantes, dispara, dos estudiantes mueren, además de otras tres personas no relacionadas a los hechos, al confundirse la policia y dispararles indiscriminadamente.
Los estudiantes son finalmente detenidos, entregados a los narcotraficantes locales, que los torturan, los ejecutan, los incineran en una pira que ardió por 12 horas, trituran los huesos calcinados, que meten en bolsas y las echan a un río cercano.
Y en un par de semanas nadie se va a acordar de eso, como ya nadie se acuerda de los linchamientos de Chalco, o de San Salvador Atenco, o de las muertas de Juárez, o de la fosa en Nuevo León con los cuerpos de 72 indocumentados.
México, lindo, querido, terrible y violento, es prolífico en noticias que se olvidan pronto.
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