...con las cartas abiertas o cerradas, con este asunto de que se
pretende que, cualquiera que vaya a Cuba, se pronuncie sobre todos
los temas de la agenda política y social cubana de los últimos 60
años y que, además, lo haga coincidiendo con lo que uno piensa.
Eso recuerda a
aquellos periodistas que entrevistaban a visitantes
extranjeros que apenas estaban bajando del avión y le preguntaban:
¿Y qué le parece Cuba?
Pero es peor en realidad.
Y es peor,
porque pretenden entonces que el extranjero, que simplemente opina
sobre lo que percibe, sea clarividente, exhaustivo
y concluyente, y que entonces se cague en la madre de Fidel,
condene el bloqueo, de vivas al bloqueo, y a Fidel, le digas espías
a los héroes, y viceversa, se acuerde de los presos políticos, de
la falta de libertades, de la salud pública,
de los hospitales en ruinas, de las jineteras, de los pioneros, de
la educación gratuita, de los maestros emergentes, del Cordón de La
Habana, la UMAP, los fusilamientos en La Cabaña y de que el Ché era
argentino.
Y henos aquí, mientras, los
propios interesados, nosotros, los cubanos, que seguimos con nuestra
buena vida, nuestras cuentas de Facebook, Twitter, blogs y pasando
las de Cain en Cuba, pero, cojones, eso sí, exigentes al máximo con
cualquiera menos con nosotros mismos.
Qué manera de resingar, diría el visitante, si supiera hablar en cubano.
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