Creo que es algo para bien ese proyecto. Vamos, cualquier cosa que aspire a un cambio en la situación cubana, es necesariamente para bien. Y he aquí las impresiones que me ha dejado la lectura:
De lo loable: Están
tratando de hacer algo, lo que se pueda.
De lo curioso: Lo mejor
del discurso intelectual es que requiere que haya en el aparato
represivo intelectuales que lo decodifiquen. Eso pone a salvo, por un tiempo, a los del discurso.
De lo interesante:
Nacionalismo cubano. Tan intrínseco al discurso oficial, y a nuestra idiosincracia trasnochada, que nadie se va a oponer a eso, ni tirios
ni troyanos.
De lo cuestionable: Lo de
oposición leal. Entiendo esa rama de olivo, pero no veo cómo van a
poder mantener esa oposición forrada en terciopelo, cuando llegue el que va a venir en algún momento a
castigarlos.
De lo más cuestionable:
Se habla de ser inclusivos, pero al parecer la primera línea de
referencia son intelectuales y personajes que, con posiciones que van desde lo tibio-majomenos-te quiero-no te quiero, hasta de forma totalmente abierta, son partidarios del
gobierno actual.
Y lo más destacable, con una pincelada racial:
“El desafío (de un nuevo estado
cubano), que es de índole estrictamente político, consiste en
reconocer, de una vez por todas, el pluralismo político de la
nación, y construir unos marcos legales e institucionales donde esos
cubanos, con pensamiento(s) diferente(s), puedan trabajar por el
cumplimiento de las metas históricas de la nación. A saber: defensa
irrestricta de la soberanía nacional ante poderes externos; plena
garantía de los derechos sociales, económicos, culturales y
políticos; economía mixta con control estatal de los sectores
estratégicos; y rechazo a una “restauración borbónica” que
traiga de regreso una república blanca y de élites.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario