lunes, 2 de junio de 2014

30% para el 30

La Agencia de Protección del Medio Ambiente, EPA por sus siglas en inglés, acaba de decretar que para el año 2030 la industria energética en EEUU debe reducir sus emisiones de gases de “invernadero” en un 30%.

Y el grito esta mañana, sobre todo de los que tienen que ver con la industria, la economía y el Partido Republicano, se escuchó probablemente hasta en la capa de ozono.

Se sabe que proteger el medio ambiente no es negocio. Cualquier gasto que se haga en tratamiento de residuales, disposición de tóxicos o, como en este caso, tratar de secuestrar gases como el elusivo CO2, va directo sobre los costos de producción y, obviamente, sobre el precio al consumidor.

IFuente: nventory of U.S. Greenhouse Gas Emissions and Sinks: 1990-2012.
De esa manera, la continuidad de la vida en el planeta, de acuerdo a los límites que tienen la ciencia y la tecnología actual, va a ser cara. Para todos.

A ese dilema, que enfrenta a los reunen evidencia a favor y en contra del calentamiento global, la solución probablemente sean las fuentes energéticas alternativas.

En EEUU, por ejemplo, el 70% de las emisiones de gases de invernadero están vinculadas a la producción de electricidad y el transporte.

Es obvio entonces que, de encontrarse a corto o mediano plazo la manera tecnológica y económicamente viable de utilizar la energía solar o eólica para producir energía y, por supuesto, almacenarla, el problema de la producción de gases de invernadero pudiera estar resuelto.

O por lo menos en el Primer Mundo que, si bien es el que más contamina, es también el que más recursos y preocupación invierte en tratar de encontrar una solución a este acuciante problema.

Habría que preguntarle entonces al resto del planeta, que va a hacer al respecto. A los chinos, por ejemplo, con una industria creciente, con cuestionables prácticas ambientales, y con casi el 20% de la población mundial, población cada vez más consumista.

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