La Agencia de Protección
del Medio Ambiente, EPA por sus siglas en
inglés, acaba de
decretar que para el año 2030 la industria energética en EEUU debe
reducir sus emisiones de gases de “invernadero” en un 30%.
Y el grito esta
mañana, sobre todo de los que tienen que ver con la industria, la
economía y el Partido Republicano, se escuchó probablemente hasta
en la capa de ozono.
Se sabe que proteger
el medio ambiente no es negocio. Cualquier gasto que se haga en
tratamiento de residuales, disposición de tóxicos o, como en este
caso, tratar de secuestrar gases como el elusivo CO2, va directo
sobre los costos de producción y, obviamente, sobre el precio al
consumidor.
IFuente: nventory of U.S. Greenhouse Gas Emissions and Sinks: 1990-2012. |
A ese dilema, que
enfrenta a los reunen evidencia a favor y en contra del calentamiento
global, la solución probablemente sean las fuentes energéticas
alternativas.
En EEUU, por
ejemplo, el 70% de las emisiones de gases de invernadero están
vinculadas a la producción de electricidad y el transporte.
Es obvio entonces
que, de encontrarse a corto o mediano plazo la manera tecnológica y
económicamente viable de utilizar la energía solar o eólica para
producir energía y, por supuesto, almacenarla, el problema de la
producción de gases de invernadero pudiera estar resuelto.
O por lo menos en el
Primer Mundo que, si bien es el que más contamina, es también el
que más recursos y preocupación invierte en tratar de encontrar una
solución a este acuciante problema.
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