jueves, 12 de septiembre de 2013

Jaque a Obama, mate a los sirios

Rusia está de regreso a los predios de la URSS.

En un derroche de cinismo y prepotencia, Rusia está mostrando que tiene, y siempre ha tenido, el juego de Siria bajo la manga.

Como suministrador de la tecnología y la materia prima para la producción de las armas químicas que tiene su cliente, es obvio que Rusia sabe donde están y cuántas son, teniendo en cuenta, además, que es muy posible que haya más de un agente ruso bien informado tanto en el ejército como en el gobierno sirio.

Sin embargo, hasta ahora Putin sólo se limitó a callar y otorgar, mientras la guerra civil asolaba Siria.

Sólo cuando el bombardeo de Obama fue inminente, Rusia mostró una de sus cartas, y eso, porque después de los misiles el gran riesgo era que quedara un país totalmente fuera de control, y Rusia no quiere que su base militar esté en un lugar así.

Prefiere pactar con los vencedores, pero permanecer en control. Sobre todo, de las armas químicas. Y de un lucrativo mercado.

Nunca se ha tratado entonces acerca de asuntos humanitarios, de detener la matanza de sirios. El asunto siempre ha sido como mantener el poder, la hegemonía y, por supuesto, el motivo más ancestral y vil: dinero.

Obama, que salió ingenua, quijotesca e inoportunamente a proponer bombardeos que no hubieran resuelto nada, sino todo lo contrario, se ha quedado a merced del maquiavelismo de Putin, que debe estar disfrutando sus 15 minutos de superpotencia.

El resultado es que ahora se pretenden controlar las armas químicas, para que no vuelvan a ser usadas por Assad, ni por los rebeldes, pero sobre todo por los terroristas.

Y que Rusia, además de mantener el poder en la región, adquiere prestigio como conjurador de bombardeos.

Y que, quien sea que gane en Siria, siga siendo un buen cliente.

Y que Obama da la impresión de haber hecho el ridículo.

Ah, claro, y que los sirios se sigan masacrando pero, esta vez, dentro de los límites que establecen las convenciones.

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