lunes, 23 de septiembre de 2013

Gobierno sin cáusa

Siguiendo una ancestral y bien arraigada tradición, el gobierno de Cuba se vuelve a preocupar por los presos ajenos.

Tengo recuerdos de dos casos anteriores, machacados en mi cerebro a fuerza de spots radiales, menciones en la TV, posters y pancartas: Luis Corvalán y Angela Davis.

Nunca supe a derechas quienes eran esas dos personas, hasta años después cuando, por pura curiosidad, busqué la información. Sólo sabía que no eran cubanos, que estaban presos, y que el gobierno de Cuba simpatizaba con ellos y su cáusa. Ah, y que el programa Now, al cual le agradecen (mos) al menos dos generaciones por la única música norteamericana que se ponía en la radio cubana, tenía que ver con Davis.

Lo otro que era obvio es que el Imperio y las fuerzas del Mal, de alguna manera, estaban detrás de esos encarcelamientos. Ya se sabe que esa, por sí sola, es cáusa suficiente.

Pues ahora, como si no bastaran con los cinco de casa, han adicionado a otro preso, Oscar López Rivera, de Puerto Rico, y se está publicando en la prensa cubana un melodrama de dudoso gusto, usando las cartas que el señor ha enviado a su nieta.

Oscar López Rivera es un nacionalista portorriqueño, uno de los líderes de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), grupo vinculado a más de 100 atentados y 5 muertes en los años setentas, y fue condenado a 70 años de prisión.

Y lo curioso aquí, además de esa ya tradicional obsesión del gobierno de Cuba con los asuntos ajenos, teniendo tantos propios que resolver, es que, en Agosto de 1999, el entonces Presidente Bill Clinton, le ofreció el indulto, junto a otros 14 portorriqueños encarcelados, a Oscar López Rivera, pero este rechazó la oferta de clemencia porque, según él, sería vivir “en una prisión fuera de la prisión”

Es decir, los que piden la liberación de Oscar López Rivera están yendo en contra de su deseo expreso de permanecer en prisión, y a su renuncia voluntaria a ver, libre, a su familia, incluyendo a la nieta a la que ahora escribe cartas.

Es obvio que a estas alturas el gobierno de Cuba todavía no sabe, o no tiene interés, en escoger cáusas que tengan, al menos, sentido común.

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