jueves, 1 de agosto de 2013

Vivir entre líneas

Desde que tengo uso de razón los cubanos hemos tratado de encontrar, escudriñando entre las líneas del discurso oficial, las soluciones que no existen.

Esa práctica de autoengaño recuerda un poco el desespero de algunos en el ejercicio de la fe religiosa: la búsqueda constante de señales, signos, de augurios, de una zarza ardiente, lo que contrasta con la fe ciega, esa que admite, acepta, y ya está.

Extendiendo el símil a la sociedad cubana, pues están entonces los que siguen tratando de leer entre líneas, (algunos) a sabiendas de que lo que no se dice es, o porque no se quiere decir, o porque, lo que es peor, no hay nada que decir.

Y luego, pues está el resto: los que ni siquieran intentan segundas lecturas y sólo aúllan y aplauden.

Un día no habrá necesidad de leer entre líneas: bastará con decir la verdad. Pero mientras, hasta los corresponsales extranjeros se han hecho duchos en escribir sobre nada (pues nada sucede) y en colocar, entre líneas, buenos deseos, suposiciones y fantasías.

Y ese, desgraciadamente, es el material con que se ha pavimentado el camino por el que ha transitado, y transita, mi país.

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