martes, 27 de agosto de 2013

Mejor que allá, tú sabes...

Corría el 1998, yo corría junto a él, y el lugar donde corríamos juntos era Cancún, México.

La noche en Cancún es una maravilla, debo decir. Algunos dirán que mejor que el día, pero yo soy más de agua turquesa que noctámbulo penitente. Pero aun así, la noche en Cancún, amigos míos, es algo a considerar. Asi fue entonces que la vox populi me llevó a un club llamado Azúcar que resultó, además de pequeño (casi un bar), ser aquel que había inmortalizado Van Van.

Mi mamá se fue y me dejó/ se fue pa´l Azúuuuca...

Sin entrar en detalles acerca de un ruedo de cubanas trabajadoras de la noche, que se bamboleaban bellas, abúlicas, solas y tristes, o de un exótico dominicano que bailaba un extraño casino con dos mulatas de fábula, o de europeos, o quizás gringos, que se contorsionaban como marionetas con titiritero endrogado, o de aquella trigueña, veracruzana y sensual, que me llevó a la playa oscura, y al hotel, y de nuevo al Azúcar, y la playa y al hotel, y a un par de meses de desesperación, cuando le escribí 100 tonterías, antes de percatarme de que ya no estábamos en Cancún, ni de que las noches ya no eran aquellas noches, en fin, sin entrar en detalles, decía, el grupo que tocaba en el Azúcar era un desgaje de la Charanga Habanera, cuyo nombre ahora no recuerdo, y que todas las noches ponía a aquel lugarejo al rojo vivo.

En una de las pausas, en que la timba en vivo era reemplazada por discos de salsa portorriqueña, coincidí en el bar con uno de los trompetistas de la banda, un mulato fornido, conversador, y entre un par de cervezas me contó, a grandes rasgos, su suerte y su calvario.

Estaban contratados por un empresario mexicano, lo cual consideraban una gran oportunidad, a pesar de que era de pinga, me decía, estar todo el grupo metido en un apartamentico, durmiendo en literas, y que del Azúcar se iban a tocar a un tugurio de mala muerte, donde tenían que acomodarse en un minúsculo mezzanini que parecía un gallinero, con un calor del carajo, y tocar por dos horas más. Eso, me dijo después de secarse la espuma de la cerveza con el dorso de la mano, para que después este singao, y me señaló con un ademán de la barbilla al lider del grupo, se quede con la mayor parte del dinero. Pero, aun así es mejor que allá, tú sabes, sonrió, me dió una palmada en el hombro, y se fue a a seguir tocando trompeta por un salario de mierda.

Siempre me acuerdo de esa historia cada vez que alguien pone el grito en el cielo porque los médicos cubanos se van a trabajar a lugares raros, sólo para poder ganar unos dólares y comprar cosas para sus casas en Cuba.

Y, de la misma manera que yo recuerdo esa historia, los que gritan olvidan que muchos médicos cubanos, buenos especialistas, y con muchos años de experiencia, trabajan aquí, en los Estados Unidos de Norteamérica, como enfermeros, asistentes de enfermería, o hasta de flebotomistas, porque no han podido o no han querido seguir en la pelea para ejercer como doctores en medicina. Yo conozco a varios.

El sol sale para todos y cada cual aprovecha la oportunidad que tiene, o que puede, así de sencillo. Hay que vivir.

Además, bajo cualquier circunstancia, dondequiera es mejor que allá, Uds saben.

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