jueves, 4 de febrero de 2016

Regetón, rating y la bobería

Una amiga me envía un video. “Ni sé quién es este, pero parece que es famoso por allá. Estamos perdidos”, es la nota que acompaña al enlace.

Allá” quiere decir los Estados Unidos, pues mi amiga vive en Europa. “Allá” es Miami, pues “acá” tales cosas se diluyen a tal punto que ni la red social las salva.

Maskvá slzam nie verí”, es el título de aquella película soviética que se apartó de las recurrentes historias sobre la Gran Guerra Patria y contó un simple relato urbano que, por diferente, trascendió. Moscú no cree en lágrimas entonces, pero Nueva York no cree ni en lágrimas, ni en Moscú, ni en La Habana, ni en nada ni nadie, para el caso.

Y no definitivamente en un regetonero, cubierto de tatuajes de mal gusto, con sombrerito rumbero y lentes de sol, que es del Cerro, que compró tamaña casa en 41 y 52, va a trabajar en su carro, canta en Europa y en provincias, y que dice que es babalao. Como se dice por “acá”, the whole package.

Nada diferencia, sin embargo, a este muchachón de todos los que han visitado Miami antes que él, y de los que vendrán después; vienen a por dinero, que está aquí y no en provincias ni en Europa.

No tiene nada interesante que decir el entrevistado -a no ser para los que gustan de su “música” e imágen-, pero de alguna manera aterriza frente a las cámaras de una televisora de “allá”, flanqueado por Boncó, y donde unos entrevistadores panamericanos tratan, insisten, persisten, en que el regetonero, que ya tiene carro, casa en Buenavista, fama provincial y dinero para tatuarse, diga que en Cuba la cosa está mala; que hable sobre la represión, sobre las Damas de Blanco; que diga, repita, por el bien del rating, lo que todos saben. Que diga que aquello es una mierda. "Pínchalo, coño, pincha a aquello". “Aquello”, que le da de comer.

Vamos a dejar entonces al regetonero a su suerte. Al parecer, sabe qué no puede decir, y a eso se ciñe.

Mejor vamos a examinar de cerca estos asalariados del espectáculo. De tener oportunidad me gustaría preguntarles qué creen de su programa, qué creen de su televisora, qué creen de su propio nivel profesional; si han visto sus caras de jauría hambreada, si practican esos acusadores gestos de jueces infalibles, si es auténtica esa ira de gente pura .

Me gustaría hacerle tales preguntas, a ver si se atreven a decir que todo eso -el programa, la televisora y su “entrevista”- es una porquería. “Allá”,“acá” y “acullá”.

No es moral ni decente pedirle a alguien que se inmole.

Ni a Elaine Díaz con su proyecto de reportajes sobre desgracias y desgraciados, ni a un regetonero que quiere vivir su casa y manejar su carro, ni a quienes no escriben lo que hay que escribir, ni a los que callan cuando se les pregunta.

Ni siquiera a esos, que en aras de un rating, pierden un tiempo precioso, que pudieran dedicar a entrevistar a sus productores y reclamarles por qué no están, todos, en la frontera del El Paso, Laredo, en Ciudad Hidalgo o Tapachula, siguiendo los azares de los cubanos que llegan a oleadas, rastreando las rutas de los traficantes, entrevistando a las Maras, a los coyotes, a la Policía Federal Mexicana.

No estamos perdidos”, le respondería a mi amiga. No si alguna vez vemos a esos trabajadores del espectáculo -como hicieran los buenos reporteros y entrevistadores- tratar, insistir, persistir, preguntar a todos esos actores de nuestro drama étnico, y no a un regetonero ocasional, qué les parece “esto”, y no “aquello”.

3 comentarios:

  1. ¡Un paquete de calidad, sin dudas, jejeje! Typical, tropical...Pero ¿quién es el regatonera babalao y miramarense?

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    1. Tere, es una entrevista que le hicieron a ese regetonero en una tv-sora de Maiami. Olvidé poner el link y ahora no lo encuentro :/

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  2. Acá, Allá...¿y dónde dejamos a Acullá?

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