viernes, 10 de mayo de 2013

Otros tiempos, y lo mismo otra vez


Yo leo a los muchachon@s que, con la anuencia y permiso de la oficialidad, escriben blogs y twitean desde Cuba, y hablan de la blogósfera y la comunicación y el twiteo y la comunidad y la amistad y la paz mundial y eso. Hasta convocan a eventos, reuniones, talleres y conversatorios, en la mejor tradición de “hay que mantener a todos organizaditos, para verlos y oirlos mejor...”, como diría el lobo.

Convierten de tal suerte el blogueo y las redes sociales, tan libres y espontáneas en el lugar más libre del mundo, Internet, en cosa oficial, en terreno minado por el que hay que andar con letra de plomo, no vaya a ser que el lobo-censor que mira y escucha te parta el alma.

Escriben como si fuera cosa cotidiana y común, como si fuera la cosa cotidiana de los cubanos, "Hey, déjame revisar mis cuentas de redes sociales, antes de irme a coger la guagua para el trabajo", como si mi vecino pudiera mañana seguirme en Twiter, o leer mi blog, o el que le de la gana, y enterarse de que Mariela Castro anda paseando con el dinero de los cubanos, o que Yoani Sánchez pasea con el dinero de sus amigos.

Me recuerda eso cuando tiempo ha, a finales de los 70, mis condiscípulos, hijos, sobrinos, nietos de apparatchiks, hablaban con pasmosa naturalidad de vacaciones en María la Gorda, los cayos, de viajes a Paris, Londres o Moscú. Como si fuera lo cotidiano.

Y resulta que, por azares de estos tiempos, ahora andan mis condiscípulos por Miami, o por cualquier otro lugar que no sea Cuba, a la cual ya se le agotaron las tetas de las que mamaban orondos.

Y mientras, los muchachon@s siguen en su fiesta virtual, en la que sólo bailan ellos.

Otros tiempos, otras prebendas, las mismas cosas, aunque no lo parezca... 

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