“Te seré fiel pues serte fiel es serme fiel a mí”
Pablo, Silvio y tantos más
El padre de mi amiga es, todavía es, aunque ya apenas, un afamado doctor, de esos que se mencionan con voz velada, gesto cómplice y reverencia. “Es médico de Fidel…”, siempre fue la coletilla tras su nombre.
Médico, efectivamente, eminente. Más importante aún, médico al que otros médicos le dicen el profe.
El padre de mi amiga, el profe, médico eminente, miembro destacado del equipo que atiende al comandante en jefe y que siempre se declaró soldado de Fidel, médico y soldado, soldado fiel, fiel a Hipócrates y a Fidel, a Fidel y a Hipócrates, hoy yace moribundo en un hospital de La Habana.
Moribundo, demente, el médico, el profe, la eminencia olvidada, el soldado desvalido. yace con las nalgas y la espalda desgarradas por escaras pestilentes,
Las medicinas para curarle las escaras al padre de mi amiga las estamos enviando nosotros, que le somos fieles a ella.
Porque uno debe sabe a quién serle fiel y a quién despreciar, porque eso define no sólo cómo vives sino también, a veces, cómo mueres.
Así de simple.
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