Comento aquí un texto publicado por Jorge de Armas en el sitio de CAFE.
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Pienso que esa
reconciliación que a tantos preocupa se va dar de manera natural en
la Cuba que viene. Así de sencillo.
La razón es simple, y
parafraseo lo que mencionas en una parte del texto: los rencores
tienen que ser de mayorías para que se conviertan en causa.
Efectivamente, son minoría
los que reclamarían reparaciones de uno y otro lado, si uno se ciñe
a asesinatos como el de avión de Barbados, el hundimiento del
remolcador o el derribo de avionetas civiles.
Creo que el alivio que
representaría finalizar por fin esta etapa opaca y terrible de la
historia cubana, y con ello que la nación y los cubanos comiencen a
evolucionar, apagaría cualquier afán de venganzas.
Lo principal sigue siendo,
entonces, que de una vez desaparezca ese gobierno, ese sistema
extraño y disfuncional, para que entonces venga todo lo demás, sea
lo que sea.
Dicho esto, debo entonces
decir que me asombra tu uso de las comillas cuando escribes
opositores.
Esas personas, con buenas
o malas ideas, con mucha o poca educación, con algo o nada de
oratoria, pero sí con mucho coraje y valentía, se oponen a un
gobierno totalitario y represor. Son, entonces, opositores, sin
comillas.
Creo que las comillas se
verían mejor en los que se llaman a sí mismos revolucionarios, es
decir “revolucionarios”, porque es inconcebible que alguien
simpatice con esa cosa estática que hay en Cuba, y que, a la vez, se
diga revolucionario.
Revolucionarios, sin
comillas, somos los que clamamos por un cambio de una buena vez, por
el desmantelamiento de esa cosa, por una Cuba nueva y fresca. Eso sí
es revolución.
Regresando entonces a los
opositores. Ellos buscan y aceptan ayuda, asesorías y hasta
financiamiento de organizaciones extranjeras, por una razón obvia:
no tienen interlocutor dentro de Cuba. El gobierno cubano
sistemáticamente los ignora y reprime, les niega un espacio en la
prensa, en la televisión, donde pudieran explicar y mostrar quiénes
son, como piensan, que proponen.
Creo que el ejemplo
magnífico de ese triste fenómeno lo protagonizó Yoani Sánchez
cuando, durante una de sus presentaciones en el extranjero, un grupo
de ingenuos comenzó a repartir un documento proporcionado por los
diplomáticos cubanos, en el cual habían creo que 80 ó 100
preguntas que se le debían hacer a la bloguera. En La Pupila Insomne
deben conservar el panfleto.
La respuesta de Yoani
Sánchez es un resumen de todo lo que podamos escribir aquí: ella se
declaró dispuesta a responder las preguntas, pero en la televisión
cubana, en vivo, y que, además ella también le haría 80 ó 100
preguntas al gobierno cubano para que este las respondiera.
Pero ese simple e
imprescindible ejercicio de transparencia y libertad de expresión es
el que aterra al gobierno cubano, porque saben que algo así le
sacudiría la modorra bovina a la desinformada población cubana, y
echaría a rodar un proceso irreversible: el principio del fin.
Todo esto se puede
resumir entonces en algo en lo que coincidimos, lo que escribes al
final: “no olvidar que lo que Cuba necesita es futuro”
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