Dentro de las cosas
que estuve rumiando la tarde-noche de ayer, está “Máquina de enojos”, el último artículo que publica Carlos M. Álvarez
en OnCuba, autor y sus artículos que no me canso de recomendar.
Y es que detrás de
la prosa sabrosa con que está escrito el texto hay una idea
central, tan antigua como el romanticismo, o la falsedad humana,
depende de quién venga dicha idea: ha de hacerse lo que uno quiere
por vocación y entrega, y no por dinero.
Me recuerdo
inevitablemente de algo, que debe ser apócrifo, y que es bastante
radical y polémico, y que dice que el que no es de izquierdas a los
20 años no tiene corazón, pero el que a los 40 lo sigue siendo no
tiene cerebro.
Es decir, que se
considera que en cierto momento el cinismo existencial debe sustituir
al romanticismo soñador.
Es imposible vivir
en este planeta, siendo parte de la biósfera, o de cualquiera de las
sociedades que tenemos alrededor, y permanecer ajeno a las
necesidades materiales. Hay que comer, beber, cobijarse, moverse,
interactuar y vivir.
Eso se traduce en
comida, agua potable, ropa decente, casa, carro, computadora,
celular, internet, conectividad, entre otras muchas cosas. Y todo
ello se adquiere con dinero. La alternativa pues sería ser un
santón en Varanasi, y sobrevivir gracias a la caridad pública.
¿Que hay desalmados
que venden su alma al proverbial diablo por dinero o su equivalente?
Es cierto, siempre los ha habido y habrá, pero basta con saber que
no se es uno de ellos.
No hay nada novedoso
ni interesante en tratar de minimizar la importancia de ganar dinero.
No hay nada malo en ganar dinero con nuestras habilidades y talento
y, mientras más, mejor. No hay nada malo en ser romántico, pero no
hay que exagerar.
Y no hay que perder
de vista que todos somos de alguna manera mercenarios, que hacemos lo que hacemos porque hay que
vivir de la manera más feliz posible y que, hacemos lo que hacemos, claro que sí, también por dinero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario