El envase que me porta está de
aniversario.
También lo están las cosas por acá
adentro, claro; unas aun siguen funcionando como
el primer día; otras, ya a media máquina, como
esas células estropeadas que ya no alcanzan a procesar los azúcares
que, idiota de mí, les proporciono en demasía.
Las cosas han cambiado,
les digo: hay menos cabello, más grasa, menos testosterona,
más piel fláccida, menos musculatura, más arrugas, las córneas ganando en rigidez, las encías en retirada, un oído perdiendo
decibeles, ansiedades varias, temores, y
algunas cosas que ya no las recuerdo tal y como eran, lo cual sé, pero no
puedo demostrarlo.
Se trata, pues, de lo
cotidiano.
Y mientras transcurre ese deterioro que llamamos vida adulta, observo,
curioso; me divierto con mi vida, con lo que puedo, lo que me
invento, lo que leo, veo y escucho. Todo -casi todo- me resulta
interesante; no renuncio a nada, me arrepiento de mucho. Pienso
demasiado, que me gusta tanto como el pan, y leo menos, lo cual me
frustra.
Están entonces, decía, mi envase y
sus engranajes celebrando cincuenta y tres años de haber echado a
andar, y yo, veinteañero impenitente, le doy ánimos, le digo, no
jodas, dale, que nos queda mucho por hacer.
Felicidades nos deseo pues
a envase, contenido y espíritu que, por más que vayamos por tiempos
diferentes, vamos juntos.
Felicidades Havanero...que cumplas muchos mas y yo los lea....
ResponderEliminar