En los aciagos años noventa del pasado siglo, en plenas carencias periodoespeciálicas, circularon resoluciones, orientaciones y ukases varios que llamaban a la frugalidad cuando se tratase de desayunos, almuerzos y cenas oficiales convocadas para agasajar extranjeros.
Variando de ministerio a ministerio, de ujier a ujier, unas exigían que por cada comensal extranjero podía sentarse a la mesa un cubano; otras prefererían el porcentaje y establecían que en las comelatas solo estaba permitido un treinta por ciento de famélicos nacionales.
Alguien me contó que en cierto ministerio, en cierto momento, llegó a manejarse un diez porciento, es decir, un cubano por cada nueve extranjeros, pero la complejidad de resolver tal ecuación para grupos menores de nueve echó por tierra tal ejemplarizante medida.
La idea era ahorrar, no despilfarrar, hacer más con menos, no dilapidar los preciados recursos que el Estado necesitaba para el pueblo y eso, y etcétera.
Me tocó verlo de cerca: unos británicos nos invitaban con insistencia a almorzar o cenar con ellos en la “casa de visita” y, a fuerza de estar apenados por tener que decirle una y otra vez que no, nos autorizaron a cuatro de nosotros a un almuerzo con aquellos tres ingleses. Fue la primera vez en mi vida que vi, los ojos dilatados por sorpresa y la boca inundada de saliva, un boliche mechado. Corría, lento, el 1993...
Hoy veo el escuálido medallero cubano en las Olimpíadas y no puedo menos que pensar que, detrás de esos deportistas. hay además de una institución gubernamental toda una delegación de funcionarios que van a Rio, con los gastos pagos, a ver si alguien los invita a un rodizio.
De aplicarse aquella matemática de fin de siglo de desamparo, que buscaba mantener a los cubanos lejos de la mesa y la copa, los porcentajes medalla/funcionario estarían en un orden fraccionario, algo así como aquellas guaguas atestadas, con gente colgando de puertas y ventanas, siendo la guagua la medalla y la multitud los burócratas del diezmado deporte cubano.
Vamos: que parece que, a la par de la extinción de la "potencia deportiva" , se le está secando la ubre a la vaca deportiva cubana...
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