Voy a depurar, hoy, mi lista de autores y libros, a la vez que declaro un mea culpa por
haberlos leído. Veamos:
Renuncio, en primer
lugar, a todos los escritores cubanos del siglo XX y el corriente.
A unos, por haber
tenido la doble moral de vivir, escribir y publicar en Cuba, sin
escribir una sola letra insumisa.
A otros, por
homosexuales, por no ser de mi generación, por ser miembros de la
UNEAC, por oficialistas, por ser partidarios de cualquier bando, o por aparecer en fotos con
los de la primera lista.
Al resto, no renuncio, pues nunca los leí. Son ilegibles, aburridos, o irrelevantes.
Aprovecho también
para dejar a un lado a Martí, que tiene ese aire de mujeriego ,
bebedor y pedófilo. Además, tiene mala vibra, con ese traje oscuro
y raído.
En fin, me quedo con
Cirilo Villaverde.
Voy sacando del
librero también a Vargas Llosa, que fue de izquierdas, pero que
ahora es de derechas. No soporto esas veleidades. Y con él se van
Saramago y Jorge Amado, que comulgaron en su momento con comunistas,
cubanos y de todo tipo. Eso es inadmisible. Aprovecho, y también le
doy de baja a Borges, por tibio con la dictadura militar argentina, y
a Hemingway, por borracho, pesimista, y por aparecer en una foto con
Fidel.
Con dolor empaqueto también a todos los escritores de ciencia ficción soviéticos, y a Sholojov.
No hay lugar para ellos en mi panteón postrevolucióndeoctubre. Y sépase que de
baja están todos esos laureados con el Nobel, aquellos que
firman cartas apoyando cosas izquierdosas.
Es más, creo que,
de una vez, voy a eliminar a todos los que se han tomado fotos con
Fidel. Y a los que lo han visitado. Y a los que sonrieron ante la
lisonja. Y a los que añoraron una palmadita. Tan sólo por pensar en
eso, se merecen el olvido.
Sin embargo, a pesar
de este purificador pogrom, aun me queda un montón de libros y autores. Gente
llena de talento, que quizás sepan que Fidel es un tipo del siglo XX
que tenía barba y fumaba puros, y que después dejó de fumar, y que es cubano, ¿o
no? En fin, no es importante.
Esa gente sí que
son escritores, impolutos, y libres de un apretón de manos de
sátrapas y tiranos; gente talentosa, que da gusto leer.
Y finalmente, después
de esta agotadora limpieza, entre esos sobrevivientes de este día de
declaraciones de principios, debo destacar que están dos libros,
preciados, únicos, envidiados, y muchas veces releídos:
“100 años de
soledad” y “El amor en los tiempos del cólera”
Y con eso, llego al fin de la
lista.
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